Cría cuervos

José Julio Fernandez, Rodríguez anxo Varela Hernández ANALISTAS DEL CENTRO DE ESTUDIOS DE SEGURIDAD (CESEG)

OPINIÓN

ALEXANDER ERMOCHENKO | REUTERS

27 jun 2023 . Actualizado a las 10:18 h.

Rusia vuelve a la aparente normalidad después de que, de forma sorpresiva, el grupo Wagner asestara a la oligarquía rusa lo que el Kremlin ha venido a llamar una «puñalada por la espalda». Aquellos que en los últimos meses se han convertido en verdaderos héroes dentro de las fronteras rusas (por su intervención en la invasión de Ucrania) se encaraban esta vez contra la mano que durante tanto tiempo los ha alimentado en la sombra, para, aprovechando las tensiones políticas existentes, promover un cambio de régimen favorable a sus intereses.

Pese a que este se ha convertido en un golpe fallido gracias a la intervención del presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, la imagen de omnipotencia de Putin está dañada, y su fachada cuenta con una grieta que cada vez se hace más grande, pero que aún le permite mantener su casa en pie. Así, mientras Putin y Yevgeni Prigozhin defienden sus intereses en nombre del pueblo ruso, este permanece impasible preguntándose hacia dónde se encamina su país, al que, con un frente en el que combatir, le surgen rivalidades en sus propias filas.

En estos momentos muchas son las dudas que rodean a esta asonada. No obstante, parece razonable descartar cualquier tipo de injerencia de actores estatales extranjeros que haya alentado a los insurgentes, y la imposición de alguna sanción penal para el grupo Wagner a pesar de las promesas iniciales de «castigo inevitable». Sin embargo, todo lo que afirmemos debe hacerse con reservas. En primer lugar, porque lo que proviene del gigante ruso está tamizado por la desinformación, y, en segundo lugar, porque tal y como ha afirmado Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, es probable que aún no hayamos visto «el acto final» de la crisis interna en Rusia.

Debemos apuntar que, aunque muchos ciudadanos del resto del mundo han visto con buenos ojos el intento de sublevación de este grupo paramilitar, a Europa no le interesa que Rusia se convierta en un Estado fallido. Pues, es preferible tener un interlocutor claro en la tierra de los zares, aunque, desgraciadamente, este se llame Vladimir Putin.