A Borja Sémper se le ve encantado en el papel de chico enrollado y guapo oficial del PP presentando la campaña Verano azul de su partido, que un poco, dirán los puntillosos, quiere apropiarse de la figura de ese patrimonio nacional que fue y sigue siendo Chanquete. Comparece el tal Borja en una pista de vóley playa, descalzo y en Madrid, entre sombrillas de merchandising, con gafas de sol y un mar de pega al fondo, o sea, todo es, digamos, naturalmente artificial, como la política misma. Y el hombre proclama, sin ruborizarse: «Que nadie se quede sin votar, que nadie renuncie a tener un verano azul». Sí, Borja se está ganando el sueldo. Y sí, no tiene sentido del ridículo. Verano azul PP. ¿A pesar de las algas verde-Vox? O acaso como antídoto a una marea roja PSOE en plan del barco de Moncloa, no nos moverán. Al final iban a tener razón quienes decían que las elecciones en verano no son de recibo: hay políticos y directores de campaña trabajando bajo los efectos de una insolación. Si Chanquete levantara la cabeza.