Aviso y denuncio

OPINIÓN

Funcionarios en una mesa electoral (imagen de archivo).
Funcionarios en una mesa electoral (imagen de archivo). Paco Campos | EFE

18 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La semana pasada escribí sobre la influencia del nazi alemán, C. Schmitt, en la España de Franco, la misma de Pelayo, la Reconquista y de Abascal. Hoy debería escribir sobre la importancia del mismo alemán nazi (C.S) en ese inmenso país, de corrupción inmensa, que es la China comunista, del Partido Único, modelo de la gallega Yolanda.

Y si escribo «debería» es porque no pienso hacerlo, a pesar de haberlo anunciado, que es promesa pública y fuente de obligaciones, casi como el ofrecimiento de recompensas. Me ocurrieron unos «acontecimientos» extraordinarios e imprevisibles, justificativos del cambio. Y recuerdo que todo empezó, hace unos días, desde que contesté al teléfono atendiendo una llamada de una de esas macro-compañías de ofertas infinitas, de eso tan utilitario como es la luz y el gas -una compañía prototipo del llamado capitalismo salvaje-. Las desgracias se desencadenaron a continuación como maldición divina, como si este pobre hombre, el escritor de ustedes, fuera enemigo de Zeus, el furioso, o amigo de Pandora, la de los cabellos como serpientes.

Bruno Latour, sociólogo recientemente fallecido, inventó eso tan interesante que consistió en emplear métodos etnográficos para analizar las principales instituciones jurídicas de Francia. Así publicó el libro La fabrique du droit, que es un estudio etnográfico sobre el prestigioso Conseil d´Etat, que no es como el Consejo de Estado español, sino que es la superior institución de la llamada «Justicia Administrativa» francesa. Es indudable que ninguna institución española, sea del tipo que sea, del Poder ejecutivo, legislativo o judicial, superaría, sin acreditar ridiculez, un estudio parecido al que hizo el francés, don Bruno. 

Las peripecias comenzaron con la llamada telefónica más arriba indicada, y quise padecerlas como lo que soy, un ciudadano ordinario, sin los «empingorotamientos» de dedicaciones profesionales de ayer, aunque advierto que a este texto y a los siguientes, a lo que cuente, le atribuyo el carácter de «información general», a los efectos del derecho a la libertad de expresión por si acaso… 

Y así hice de los despropósitos que en cadena se iban encadenando, arrastrando a instituciones públicas y privadas, un hilo argumental para luego explicarlo en otro u otros artículos posteriores, de más fácil entendimiento, a modo de acta notarial. E insisto, quise hacer como un «trabajo de campo» para ver mejor lo que en realidad puede ocurrir a ciudadanos del montón entre los que me encuentro, naturalmente, o sea, a esos que se llaman «los curritos de a pie», que pagan a la Hacienda Pública y que la gran mayoría cree votar por Correos cada cuatro años estando de vacaciones, gracias al IMSERSO, en Benidorm. 

La conclusión resultó maldita, sobre todo para mí que, junto a otros, escribimos también de las bobadas de la política, de tantos engaños y mentiras. La conclusión del análisis «de campo» fue terrible: El llamado «Estado de Derecho» es, en verdad, «un Establo de desecho». Y hay que reparar que a esta conclusión se llega teniendo en cuenta unos hechos gobernando a España las llamadas «gentes del progreso», Pedrito Sánchez y la Yolanda. No quiero ni pensar qué ocurriría si gobernase la «derechona»… Y la encantadora doña Delia, delegada del Gobierno, después de Gabino de Lorenzo, es jefa de la tropa que saldrá a relucir ¡Qué horror, horror, qué error, error!  

Y esto de hoy es simplemente un anuncio de lo que otro u otros domingos, más cercanos a la jornada de reflexión del 23 J escribiré con pelos y señales. Por hoy quedo en este anuncio, más aviso que denuncia. 

Adelantando, debo hacer a la ciudadanía «de a pie» unas recomendaciones:

1º.- No aceptar que los comerciales de las grandes compañías, sean españoles o de América del Sur, expliquen las ventajas de contratar la luz o un seguro con esas grandes compañías. Esas compañías, estimado lector o lectora, son de alta toxicidad y cancerígenas como el amianto, y del capitalismo salvaje. 

2º.- Dado que a veces las instituciones privadas colaboran tanto con las públicas, ha de verificarse que si los teléfonos a los que aquéllas remiten, las públicas a las privadas, son de elevado conste, ello puede ser para repartir más holgadamente o sin aprietos-corsés las comisiones convenidas.

3º.- Desde luego jamás votar por correo o a través de Correos. Y esto lo escribo manifestando mi respeto por todos «los cornetas postales» y de la «cornetería» coronada, postal y amarilla. Como esa empresa es de titularidad pública, sus patologías son socialdemócratas, no de capitalismo salvaje.  

4º.- Si va usted a una oficina de esos, unos vestidos de verde y otros de azul, verdes rústicos y azules urbanos, y le dicen que para poner una denuncia se exige cita previa, de mi parte mándelos a… aunque con delicadeza, pues pueden «meterle» preso y, en el Juzgado de Guardia, el Agente puede estar en huelga (el paciente es usted, lector o lectora). El único sitio «de Guardia», con un mínimo de garantía, al que se puede ir en España, es a la Farmacia y con mascarilla. 

5º.- Si usted superase lo de la cita previa, y ya en el tugurio, uno de verde o de azul, le explica, cual experto procesalista, qué es una denuncia para no admitir la suya, no lo dude: no le haga caso, aunque con mucho cuidado. Y si a la entrada de la Comisaría, una de verde o azul, cargada de correajes y pistolas que doblan su espalda por tanto peso, y al llegar usted le pregunta, con autoridad de guardia o de policía: «Usted a qué viene», delante de mucha gente que puede oír todo, para la confidencia, reclame un lugar retirado o retrete.     

Y concluyo: dado que las peripecias aún no han concluido, pues aún todo es posible, incluso lo peor, no quiero adelantarme para no ser incompleto: lo dejo para más adelante y en detalle como dije antes, con precisión de días, horas, lugares y hasta números de ventanillas. 

Pensé qué libro sería buena compañía antes tantas desgracias. Caí pronto en la cuenta que el mejor sería El proceso de Kafka. Fui el sábado, 10 de junio, a la Librería Cervantes de Oviedo y allí compré ese libro, con ilustraciones de Fernando Falcone, Ediciones Akal 2023, la más reciente edición. 

Y El proceso empieza así: «Alguien tuvo que calumniar a Josef K., ya que, sin haber hecho nada malo, una mañana lo detuvieron».