Hoy pongo fin a ocho años como concejal del Ayuntamiento de Oviedo/Uviéu. Para mí ha sido un verdadero orgullo haber representado a la ciudadanía carbayona (tanto a quienes votaron a mi partido en 2015 y en 2019 como a quienes optaron por otras opciones políticas). No tengo más que agradecimientos para todas las personas que me apoyaron y me acompañaron en estos dos mandatos. Gracias de corazón a la AMSO por su apuesta en mí, y muy especialmente al compañero Wenceslao López. Esta experiencia la recordaré con mucho cariño toda mi vida. Lamento los errores cometidos, aunque en general espero haber correspondido correctamente a esa confianza que me otorgó el PSOE. Ojalá piense la gran mayoría de la militancia que he estado a la altura en las tareas que se me encomendaron, tanto en el periodo en el gobierno local como en la oposición (en ambos casos he sentido el peso de la responsabilidad a la que me enfrentaba y sí, han sido unas labores muy exigentes). Me lo he pasado muy bien, he disfrutado mucho trabajando y, como le digo a todo el mundo que me pregunta, animo a todo aquel y a toda aquella que en algún momento tenga la ocasión de formar parte de una lista electoral a que lo pruebe, porque ser concejal merece mucho la pena. Le deseo suerte y aciertos a la próxima corporación, incluyendo a quien ha ganado las elecciones y será reelegido Alcalde de Oviedo/Uviéu (con Alfredo Canteli he tenido una relación pésima y nula, pero en honor a la verdad he de decir que es una excepción, porque con el resto de concejalas y concejales de todos los partidos ha habido un trato personal muy cordial, por lo que no sería justo por mi parte meter en el mismo saco a quienes no tienen culpa ninguna de las ‘canteliadas’).
Es cierto que me llevo la sensación de que nunca se termina de hacer todo lo que hay que realizar (incluso hay muchísimas cosas pendientes que ni se empiezan a gestionar). Aunque parezca una eternidad ocho años, una de las enseñanzas que he aprendido es que las dinámicas implantadas en las administraciones hacen que una sola actuación se pueda retrasar mucho tiempo. Siempre he defendido que hay que limitar a dos mandatos o legislaturas las tareas de una persona en un mismo puesto, pero reconozco que en la práctica se necesitan, por lo menos, doce años para que una iniciativa o proyecto político se haga realidad (obviamente es elemental gobernar, porque la función de la oposición, que desde luego es muy necesaria y elemental, no hay capacidad de acción, además de ser más ingrata y muy poco visible para vender). Otra cuestión que me llevo de esta experiencia es que es muy complicado hacer cosas nuevas, todo lo contrario a destruir y dar pasos atrás (es mucho más sencillo). Mañana se constituirán todos los ayuntamientos y en varios de ellos el PP se unirá a Vox para arrebatar alcaldías a la izquierda. Es cierto que no todo el pescado está vendido, y de los casos que más estoy siguiendo todavía no queda claro qué pasará en Gijón/Xixón (Carmen Moriyón no tiene asegurado el apoyo de Vox, cuyos votos son imprescindibles para no investir como alcalde a Luis Manuel Flórez, ‘Floro’ [es uno de los casos en el que los populares se han contradicho desde Génova con su propuesta de que gobierne la lista más votada]) ni en Barcelona, donde podría alcanzar el bastón de mando Xavier Trias (hay demasiados vetos cruzados que impiden otras opciones, como son unir a la izquierda [PSC, Comunes y ERC] o evitar a toda costa por partidos no nacionalistas que el partido de Puigdemont controle el consistorio [PSC, Comunes y PP]). Ha sorprendido bastante la rapidez con la que el PP ha acordado con Vox el acuerdo de gobierno en el País Valenciano, aunque yo pienso que Feijóo cada vez ve más claro que sin la ultraderecha no podrá alcanzar La Moncloa y que su electorado no ve reparos a esos pactos (a Ciudadanos sí que le penalizó la célebre foto de Colón). Los avances conseguidos en infinidad de cuestiones están en riesgo si el partido de Santiago Abascal impone sus doctrinas. Parece obvio que los que queremos un país democrático, tolerante, abierto y plural somos más que los que promueven el odio y la exclusión. En pocos días se celebrará el día del orgullo LGTBI, y al igual que le ha ocurrido al movimiento feminista, todo lo que se defiende en el terreno de la igualdad está en riego de retroceder con la derecha. Si para muchas de nosotras y muchos de nosotros los pasos dados en memoria democrática o en plurilingüismo no han sido del todo suficientes, con estos partidos todo lo alcanzado quedaría en agua de borrajas. No se trata de ser catastrofistas, sino de advertir de la responsabilidad de lo que se vota, porque como sociedad nos jugamos mucho. No ayuda en absoluto que la tensión en Sumar no haya terminado. Aunque Podemos ha decidido ir dentro de la marca electoral de Yolanda Díaz, ahora empiezan a decir desde el partido morado que se sienten marginados y humillados por el intento de borrar su nombre y sus principales activos políticos. Lamentablemente a la opinión pública solamente solo llegan las discusiones por el puesto que ocuparán las personas por encima de las ideas que se quiere defender. Yo creo que ya no hay tiempo que perder y que desde la izquierda debemos de dejar de desmovilizar y cabrerar a nuestro electorado. Merece la pena hacer política con mayúsculas, la que ayuda a la gente a vivir mejor. Hay que darle la vuelta a los resultados del 28 de mayo, por lo que no toca tirarse los trastos, sino poner toda la carne en el asador.
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