Desde que se acabó la pandemia, todo, poco a poco, va volviendo a la normalidad; con lo bueno y lo malo que tiene esto, porque lo normal no es lo mejor, sino lo que más gente repite y como más gente actúa. Y a poco que uno tenga sentido común y algo de visión periférica, sabe que la mayoría no tiene la razón ni la verdad ni la virtud, sólo tiene mucha gente. Es más, me atrevo a decir que la mayoría sólo tiene poder y validez para la democracia, y esto es porque es el mejor de los malos sistemas políticos que hemos descubierto y organizado hasta ahora. Pese a no tener virus, la normalidad dice que, aunque se pueda, la gente no va al cine, que preferimos el mucho y malo que al bueno y poco o que no se pueda hacer música en los bares de Oviedo. Bienvenida normalidad, pero vaya mierda de normalidad.
El viernes 19, con una de esas tardes extrañas entre el verano y la nada, estuve en La Salvaje viendo a Drugos. Esta banda de origen asturiano pero formada y ubicada en Madrid, cómo no si es nuestra segunda provincia, me hizo reconciliarme con la música, con el directo, con la buena costumbre de ver tocar en vivo y sentir lo que está pasando. Presentaban su último disco Amor o Dinero, que ha pasado a sonar a todas y en todos los lados en los que yo esté. Son una buena banda de rock y «tocan que te cagas», como ellos mismos dijeron en un momento del concierto. Uno que estaba acostumbrado a escucharles en Spotify no podía dejar de pensar que poca verdad les hace, puesto que estar allí con ellos eleva su música a un espectáculo sublime. A mi Drugos me suenan al resultado de un combinado que lleva algo de Pereza, mucho de Sabina y Calamaro, un toque de LA M.O.D.A. y todo con un luquete de verdadero rock’n’roll. Por el escenario se pasaron Igor Paskual, auténtico mito viviente, y Rafa Tarsicio, promesa ya convertido en jugón.
Como canta y dijo Jano, la voz del grupo, «Todos tenemos problemas, y a todo el mundo le da igual». Una gran verdad camuflada en un estribillo y entre sonidos de guitarra. Y yo sólo puedo añadir que todos tenemos problemas, pero Drugos nos los hace olvidar.
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