Mensajes que calan

OPINIÓN

El coordinador de EH Bildu, acompañado de los candidatos a las alcaldías de las capitales y diputaciones vascas
El coordinador de EH Bildu, acompañado de los candidatos a las alcaldías de las capitales y diputaciones vascas David Aguilar | EFE

19 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya hemos visto por televisión algunos debates electorales autonómicos. Uno de esos se celebró el miércoles en la Radiotelevisión Pública Asturiana, en el que participaron los siete partidos existentes en la Junta General. Es verdad que nunca va a haber un sistema que contente a todas y todos, pero es positivo que la ciudadanía cuente con este tipo de programas para que se contrasten los diferentes proyectos. Por ley se hace necesario contar con todas las voces representadas en las instituciones y es verdad que eso implica que es un poco difícil lograr agilidad en una retransmisión con tantos intervinientes (no obstante, me gustaría que se incluyese también a tendencias políticas que puedan tener su protagonismo en la próxima legislatura, porque a veces se dan casos de partidos que desaparecen y participan en los debates y otros que no han podido estar pero que la ciudadanía confiará en ellos para representarles, aunque sé que es difícil adivinar el futuro y saber quiénes conseguirán escaños). En algunas ocasiones, ocurre que los mensajes estrella que se trasladan no tienen ninguna vinculación con las preocupaciones de la ciudadanía, pero sin embargo son los que más calan. El domingo pasado estuve con un grupo de compañeras y compañeros repartiendo propaganda en El Fontán y cinco personas, al ver el logo del PSOE, me miraron a los ojos y me dijeron «que os vote Txapote». Es verdad que no hay que considerar este tipo de anécdotas como algo generalizado (porque la amplísima mayoría de las personas recogían los folletos y los leían), pero a mí me resultaron unos comentarios injustos, totalmente infortunados e hirientes con una formación política que ha sufrido tanto la barbarie terrorista. ¿La explicación? Pues que a Isabel Díaz Ayuso se le ha agotado el mensaje de ‘la libertad’ de irse de cañas y ha rescatado un clásico en la derecha como es hablar de ETA (por la inclusión en las listas electorales de Bildu de 44 personas que, en siete casos, han cometido delitos de sangre. Aunque es legal, es también repugnante y vergonzoso que pasen estas cosas), y menos mal que del ‘procés’ catalán ya nadie se acuerda, porque si no sería otro tema para quien solo le preocupa ver plantas en los balcones de las viviendas de Madrid. 

El Senado aprobó definitivamente la primera ley de vivienda de la actual democracia. Sin duda alguna es uno de los temas que forman parte de las principales preocupaciones de la ciudadanía, pero por lo que fuere, no ha sido hasta ahora cuando se ha podido aprobar una norma de estas características. Como con muchos avances para la mayoría de la sociedad, la derecha se ha negado a dar su apoyo (alegan que se invade competencias, que hay inseguridad jurídica, que se entromete en propiedades privadas, que se abre la puerta a la ocupación ilegal y que en ningún caso se bajarán los precios en zonas tensionadas. Ha llegado incluso a escucharse en boca del señor Pedro Rollán que «los cimientos de esta ley se levantan sobre las cenizas del centro comercial Hipercor de Barcelona, con 21 muertos, cuatro de ellos niños; sobre los escombros de la plaza de la República Dominicana de Madrid, donde fueron asesinados 12 guardias civiles; y sobre los hierros retorcidos de la casa-cuartel de Zaragoza, donde les fue arrebatada la vida a 11 personas». Creo que se describe él solo ante tal indignante argumentario, pero está claro que en estos días de campaña electoral en el PP no tienen otra cosa de la que hablar que de ETA). En su día, el PP recogió firmas por las calles contra la ocupación de viviendas, y en nuestra comunidad autónoma el señor Alfredo Canteli se sumó a difundir mensajes que calan pero que no dejan de ser bulos (le parecía una vergüenza que una señora que fuera a comprar el pan se encontrara a la vuelta con alguien en su interior de su casa). A la derecha nunca le interesó el problema real. Para muchas personas es imposible tener su propio proyecto de vida. Es una tarea complicada principalmente por todas las trabas y las barreras que suponen los precios de los pisos (y sin contar los costes que acarrean los suministros de luz, gas, agua, internet y demás necesidades). Confiemos que esta ley sea comienzo del fin de un asunto vital que lleva mucho tiempo sin solucionarse.