La mala noticia es que la campaña electoral aún no comenzó, oficialmente. O sea, que el desfile de políticos regalando abrazos por mercados, aceras, paseos, playas y platós es solo un calentamiento, una especie de fase previa de a ver quién promete más y mejor, o más y peor, que a veces es lo que funciona. Prometer prometen tanto que algunos llegan a desdoblarse para dar abasto, como en este juego de espejos protagonizado por el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida: por un lado, prometo rebajar el IBI; por el otro, el IAE. Pronto, según se vaya acercando el 28M, llevarán la cosa al paroxismo: si no te gustan mis principios, tengo otros, frase apócrifa adjudicada a Groucho Marx que seguramente es obra de un diputado o un concejal. Si prestamos atención a sus cantos de sirena, diríase que estamos a punto de asistir a la multiplicación de los panes y los peces. Luego pasan las elecciones y lo único que se han multiplicado son los altos cargos.
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