El cohete

Eduardo Riestra
eduardo riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

Abraham Pineda-Jacome | EFE

23 abr 2023 . Actualizado a las 11:00 h.

Lo bueno del cohete de Elon Musk es que ahora, si a uno se le cae el móvil y se le rompe la pantalla, no se lleva un disgusto tan grande. Se piensa en la millonada que cuesta el cohete y en la entereza que muestra ante la explosión su propietario, y ya está. Pelillos a la mar. Lo más cercano a lo de Musk son las fallas de Valencia, en las que se emplean muchísimas horas y algunos euros —comparado con la fortuna del multimillonario, el dinero deja de ser dinero para convertirse en un chiste malo—, y todo para alimentar el fuego. 

Nosotros, en mi ciudad, tenemos una falla —que inventó Paco Vázquez y que le fueron comprando los sucesivos gobiernos municipales— que se quema en la playa por San Juan y que suelta un humo negro sospechoso y un fuerte olor a petróleo. Elon Musk estaría orgulloso de nosotros. Pero eso de tirar cohetes al aire, en realidad, es un invento chino. Un invento que aterroriza a los perros. Claro que en China a los perros se los comen. Yo el cohete que mejor conozco es el que diseñó Silvestre Tornasol para llevar a Tintín a la Luna, y que alunizó con éxito mucho antes que el Apolo XIII.

Pero es normal que los hombres, desde nuestro pequeño planeta, queramos salir afuera. Aunque sea a echar un pitillo, que ahora ya no se puede fumar en ningún lado del planeta. Es el ancestral impulso del viaje, de no conformarse con lo que uno ve cada mañana, con la sospecha de que, tras la montaña, hay otro valle, y allí, otro pueblo, que habla distinto, que reza distinto, o que no reza.