El origen subterráneo del Camino

Xosé Alba Alonso

OPINIÓN

Fábrica de Armas de La Vega, Oviedo
Fábrica de Armas de La Vega, Oviedo Ayuntamiento de Oviedo

La importancia de saber para decidir con fundamento

26 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Sí, han leído bien, un camino que partía de algo que hoy es subterráneo, aunque en su momento fue lugar central, asentamiento por fin, y último, de un reino que deambuló (como correspondía en aquella época) por acá y acullá. No ha sido desenterrado porque otros intereses gravitan sobre los terrenos, y van pasando los años mientras intentamos poner el foco, muy oportunamente, en un origen que, paradójicamente, despreciamos.

Son muchos los hechos y las leyendas del pasado que se incorporan a la oferta turística. Visitar tal monumento, estar donde tuvo lugar una batalla, sumergirse en un museo, callejear siguiendo los pasos de un personaje o buscar un monstruo en un lago, forman parte de un universo en el que unos proponen y otros compran. Y para que alguien compre debe de haber quien venda, quien conciba, quien sepa de qué recursos dispone y los administre con cordura, pero también con audacia.

Algunos no tienen mucha suerte, pero sí inteligencia, y asumen la intrepidez de quien solo dando pasos difíciles puede llegar a una meta. Así ocurrió con una región francesa carente de grandes recursos, que utilizó un lema desafiante y acorde con una sociedad de obligaciones, prisas y fines de semana cansados: «Sea usted la cigarra en el país de las hormigas». En definitiva, venga a vernos, porque, aunque se arrepienta de proponerse paz y sosiego, no encontrará nada especial que le haga moverse de su confortable cura de tranquilidad.

La falta de recursos no es el caso de Asturias, hace más de un siglo que Pedro Pidal (de quien algunos hicieron escarnio) insistió en la idea de aunar Historia y Naturaleza, identificando muy bien algo que nos distingue y sobre lo que podemos asentar propuestas para lograr un mayor bienestar de la comunidad. Mucho tiempo después, el logotipo de la década de 1980 sintetizó muy bien el verde, la mar, la Historia y la propuesta paradisiaca que aquí podíamos hacer. Seguramente por eso sobrevive, al haber propiciado una identificación exitosa y un reclamo efectivo.

Un comienzo tan esperanzador en el mundo del turismo no fue seguido en todos los ámbitos, pese a que en alguno sí se trabajó a conciencia, de hecho, Taramundi fue mascarón de proa de un turismo rural de gran importancia. No puedo dejar de decir que la magnífica propuesta de Venancio Bote, expuesta en la celebración turística regional de 1985, fue contemplada como algo ilusorio por casi todos. En torno a una mesa del Restaurante San Félix, en Avilés, fuimos varios los que alabamos la belleza del proyecto, pero pusimos en duda su éxito, entre otros quien suscribe (mea culpa).

Como sucediera con insignes predecesores, el profesor Ignacio Ruiz de la Peña predicó en el desierto durante aquella década de 1980, en la que Asturias daba el gran paso de proponerse expresamente participar en el negocio turístico. Señalaba el investigador la importancia del Camino de Santiago, algo que había tenido enorme relevancia a lo largo de los siglos y que partió de Oviedo. Nada se hizo aquí, cuando el flujo de peregrinos era mínimo, se reducía a algunos entusiastas y ni se atisbaba promoción alguna en el origen del camino. 

Había Historia, había monumentos, existían muy diversas vías por las que discurría el camino, pero no había una idea de aprovecharlo. Coinciden la mayoría de investigadores en que fue crucial la llegada de Manuel Fraga a la Presidencia del Gobierno de Galicia, en 1989, para que el viejo camino pasase a ser un auténtico motor cultural y turístico, con efectos económicos importantísimos, in crescendo. Se identificó perfectamente un recurso y se puso a funcionar toda la maquinaria del Marketing para obrar el Camino de Santiago de nuestro tiempo.

Fueron muchos quienes, con iniciativas muy diversas, contribuyeron, por ejemplo mi amigo Juan Ramón Corpas, en Navarra, pero hay que atribuir a Galicia el magnífico liderazgo ejercido desde hace más de treinta años. Por aquel entonces hubo quienes, por estos lares, no pusieron mucho interés en el proyecto y sólo el éxito del mismo logró convencerlos de las posibilidades que se ofrecían para participar en algo que, con el tiempo, ha llegado a consagrarse como auténtica referencia en más de un campo. Sólo con el transcurso de los años y el tirón de la demanda, se desarrolló toda una red, se valoró el Camino y pasó a estar muy presente en la oferta turística de unos y otros.

Nadie debería dudar de que el origen del Camino está aquí, a nuestro lado, y me atrevo a decir más: no es aventurado pensar que Alfonso II saldría de su palacio, que todos sitúan, basándose en la documentación existente, en las proximidades de la iglesia de San Julián de los Prados (Santuyano). La autopista, con su glorieta, o la Fábrica de Armas, ocupan ahora un espacio que está en el origen de muchas cosas, entre otras del Camino de Santiago. ¿Quedan ruinas importantes del palacio de Alfonso II, paridor del Camino, y donde vivió Urraca la asturiana, quien ostentó el título de Reina de Asturias en el siglo XII? No lo sabemos, estamos ante una realidad incierta, pero esa incertidumbre es fácilmente subsanable.

La Fábrica de Armas de Oviedo lleva cerrada un decenio, este mismo año se han promovido obras en la glorieta de entrada de la Y, pero no ha habido ninguna investigación destacable que permita conocer la realidad que debe ser considerada en todo proceso de toma de decisiones. La Fábrica de Armas y su entorno, como la Y con su rotonda de entrada, no sólo guardan la referencia del origen del camino, sino que aglutinan la memoria rural y obrera de la capital asturiana, que parece vivir a espaldas de una realidad que la identifica. Y merecen que las decisiones que los poderes públicos adopten estén basadas en el mejor conocimiento posible de la realidad sobre la que se pretende actuar, es posible que irreversiblemente.

Sé que muchos pensarán que todo se subsana con unas catas previas al desarrollo del proyecto concebido, sin tener en cuenta la posible riqueza subterránea, es más, viéndola como un obstáculo para un desarrollo decimonónico. El Colegio de Abogados construyó su edificio y hubo de respetar unas ruinas allí existentes, como hizo COMPSA cuando edificó en la esquina de las calles del Águila y Jovellanos (y conservó la muralla de El Molinón, que luego minimizó el Ayuntamiento, dejando un vestigio vergonzante). Es lógico que promotores privados tengan un proyecto, de sede colegial o de viviendas, u otros, y consideren como restricción la normativa que les obliga a mantener algunos elementos, pero no que lo hagan quienes deciden sobre el patrimonio común. Estos deben ir más allá y velar por el patrimonio más que nadie. 

Ahora llevamos más de un lustro de idas y venidas en torno al uso de unos terrenos en los que se asentó la Fábrica de Armas, pero en más de diez años, con distintos partidos en los gobiernos municipal y autonómico, no se ha hecho una investigación para conocer la realidad antes de decidir. Los poderes públicos tienen mayor obligación que el Colegio de Abogados o COMPSA respecto a unas posibles ruinas. No se trata de ver si hay «estorbos» a un proyecto sino de saber si los recursos existentes permiten alcanzar un beneficio social mayor. Quienes van a decidir en breve deberían ser conscientes de que, si están promocionando el «Origen del Camino», no sería mala cosa tener un origen material, que vendría a orlar los magníficos monumentos existentes en la ciudad y en otras localidades asturianas.

Constato con alegría que, siguiendo la tradición, se ha honrado a Alfonso II hace apenas unos días, y tanto el alcalde, Sr. Canteli, como participantes relevantes en el acto correspondiente, han hablado de cómo se ha desperdiciado el tiempo, y de la deuda que tenemos con Alfonso II. Hay posibilidades de afrontar desafíos más allá de la retórica: sepamos qué hay para poder decidir bien, excavemos adecuadamente, no por el imperativo de cumplir una norma, sino porque necesitamos tener información para buscar el mejor uso de algo que es de todos, y sobre lo que tenemos una responsabilidad «histórica».

Xosé Alba es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo