A través de las debilidades humanas el populismo parasita las mentes.
También la de Ramón Tamames.
Parece que en su devota admiración a sí mismo se encuentra el punto débil del veterano catedrático. El sobredimensionado ego de Tamames ha sido aprovechado por VOX para llevar al Congreso de los Diputados una suerte de moción de censura inútil.
Santiago Abascal ha pretendido —con adverso resultado— dirigir la atención hacia su formación política, intentando profundizar en los errores cometidos por el Ejecutivo para, de este modo, arrebatar al Partido Popular el liderazgo de la oposición.
VOX ha retorcido la constitucional figura de la moción de censura hasta llevarla al esperpento.
En el juego parlamentario se utiliza este tipo de iniciativa —a sabiendas de la imposibilidad de provocar un cambio de gobierno— para dar a conocer un nuevo líder, para denunciar la gestión que desarrolla el Ejecutivo o para exponer un detallado programa de gobierno alternativo. Todo ello puede, más bien debe, ir unido.
VOX ha fracasado. Nada de lo enunciado ha conseguido. Nada ha cambiado. Hoy, días después de haberse celebrado el debate de la citada moción de censura, en la vida política patria todo sigue igual.
Evitando dar mayor importancia de la que puede tener una acción parlamentaria carente de utilidad y basada en la teatralidad de la palabra gruesa y el gesto exagerado —inequívocos modos del populismo— el Partido Popular ha esquivado la trampa de VOX. Feijóo ha mostrado que desde el centroderecha se puede ejercer una firme oposición al gobierno de Sánchez y, a la vez, distanciarse de las formas y fondo de la ultraderecha.
La mayor muestra de lo inocua que ha resultado para Pedro Sánchez la moción de censura es que el presidente del Gobierno, en un alarde más de su maquiavélico olfato de oportunidad política, ha convertido parte del debate parlamentario en la presentación oficial del nuevo movimiento político a la izquierda del PSOE. Aquel con el que intentará alcanzar la mayoría necesaria para continuar en la Moncloa.
Encargando a la vicepresidenta Yolanda Díaz dar la respuesta al discurso de Tamames en nombre del Ejecutivo, Sánchez, ha dado la puntilla a Podemos. Lo ha hecho justo en el momento en que el flamante y personalísimo movimiento político de Díaz retrasa todo diálogo dirigido a la confluencia con los morados, a la espera de que las elecciones autonómicas y municipales de mayo reduzcan, previsiblemente, la representación de los de Belarra y Montero y, con ello, las posibles exigencias de estos en la elaboración de la candidatura que liderará la abogada gallega.
La formación de Abascal corre el riesgo de mostrar al electorado la inutilidad de entregar el voto a quien parece no querer cambiar nada. Y es que, si bien a Pedro Sánchez la existencia de VOX le resulta útil para mantener movilizado al votante de izquierda ante el temor a la extrema derecha, no parece que el discurso de los de Abascal pueda calar en una sociedad gobernada desde esa moderación y sentido común que Núñez Feijóo intenta transmitir.
No puedo esconder al lector la pesadumbre que me provoca la situación en que la imagen pública de Ramón Tamames, aunque haya respondido a su voluntad, ha quedado tras el proceso orquestado por VOX
La radicalidad y el populismo son tan devastadores como para arrebatar ese primer recuerdo que se fija en la historia de un intelectual que —pese a sus contradicciones— contribuyó a la reconciliación entre compatriotas y sustituirlo por el de un mero instrumento en manos de quienes representan la confrontación y exclusión.
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