Con la edad, aquellos personajes importantes que en otro tiempo tuvieron cierto halo de respetable intelectualidad, van dejándose ver las grietas, y con ellas, la avanzada descomposición que, en el fondo, siempre han tenido sus pútridos pensamientos.
El grotesco espectáculo que ha dado Ramón Tamames de la mano de la ultraderecha en el Congreso es intolerable. El delirante ex comunista se ha mostrado intelectualmente perdido y sobrepasado, con argumentos que harían sonrojar a cualquier borracho de taberna, sin comprender realmente cuál es su papel en la moción y despreciando a los representantes de los españoles, es decir, a todos nosotros. Un espectáculo insultante protagonizado por un soberbio ególatra al que la realidad y la historia le pasaron hace decenios por encima como una apisonadora. El nivel intelectual del autor de la segunda parte de «La Regenta» está a la altura de una cloaca. Cerrar tu trayectoria intelectual montando un circo tan zafio no era tan buena idea, ya ven. No podíamos esperar mucho más de una operación que se planificó en un akelarre con, entre otros, Sánchez Dragó, mientras ambos rechupeteaban cabezas de gamba, cada uno la suya, es de suponer, y tomaban unos vinos, espectáculo sin duda alguna todavía más bajo que el que hemos visto estos dos días pero del que afortunadamente no hemos sido testigos.
Ramón Tamames y Vox pasarán a la historia de España políticamente como Arévalo ha pasado por la historia de los humoristas. Pero eso no es lo peor. Lo peor es que el principal partido de la oposición solo está en contra de la moción debido a que no la han perpetrado ellos ni tienen ninguna posibilidad de que salga adelante. El grosero y repulsivo espectáculo, ese Grand Guignol que ha decapitado intelectualmente los restos de Ramón Tamames, ha sido puesto en marcha por quienes probablemente puedan algún día formar parte de un gobierno del Partido Popular. Es absolutamente espeluznante.