I. Tiempos
Las hembras «sapiens» tuvieron muy mala suerte. Antígona no se saca los ojos como su padre Edipo, se ahorca antes de morir enterrada viva, condena que le impuso el despiadado déspota Creonte, rey de Tebas, nos cuenta Sófocles. Atrás en el tiempo, y antes de ser raptada por Paris, la Helena homérica es forzada por Aquiles. Pero con todo, el marco de la tragedia griega y sus profecías de maldiciones a determinadas sagas familiares se incrusta en uno de los acontecimientos más adversos para ellas. Hace unos 5.000 años numerosas tribus de pastores empezaron a desplazarse en caballos y carros al este y al oeste de su probable asentamiento originario, las tierras pónticas, el norte que va del mar Negro al Caspio. Llevaron consigo la denominada cultura Yamnaya, la cerámica cordada, los enterramientos en kurganes (túmulos funerarios) y las lenguas indoeuropeas, hoy habladas por casi la mitad de la población mundial, desde la India hasta la Tierra del Fuego y Alaska.
Sin embargo, fue otra herencia que nos dejaron estos jinetes la que nos interesa aquí: una jerarquización social rígida en la que unos pocos machos detentaban el poder absoluto, incluido el de aparearse con cuantas hembras se les antojaran de su comunidad, hecho constatado en la Europa del presente por el predominio aplastante del linaje Rb1 del cromosoma Y. Por si esto no fuera suficiente, los arqueólogos empiezan a sorprenderse ante la aparición regular por todo el continente de vasos con forma de campana invertida en tumbas individuales de personajes relevantes masculinos datados a partir de finales del tercer milenio a. C. Su frecuencia y extensión hacen coincidir a los investigadores que se hallaban ante la primera cultura paneuropea, la cultura del vaso campaniforme, dominada por una clase guerrera, una cultura que, sorprendentemente, nació en la península Ibérica (Marija Gimbutas, «Diosas y dioses de la Vieja Europa, 7.000-3.500 A. C.»; Francisco Villar, «Los europeos y los orígenes de Europa»; Lalueza-Fox, «Desigualdad. Una historia genética»).
En España, Franco exterminó los inicios de las reivindicaciones de los derechos de las mujeres surgidos en la II República. A comienzos de la década de los años 70 del siglo pasado, una mujer no podía, por ejemplo, abrir una cuenta bancaria. Medio siglo después, tampoco lo puede hacer en Arabia Saudí. Fueron los gobiernos de Adolfo Suárez y Felipe González los que retomaron el impulso republicano. Pero, sobremanera, Rodríguez Zapatero colocó a este país en la vanguardia de entre los más igualitarios. Y ahora nos topamos con Podemos y la ley del «sólo sí es sí».
II. Dogmas
Los dogmas no son exclusivos de ultras y religiones. Podemos, una formación de formaciones que nació más para atropellar al PSOE que al PP, ha caído en este mal de males. Azuzadas por Pablo Iglesias, Irene Montero e Ione Belarra, que a su vez arrastran a las más intransigentes de su partido y de fuera de él (no hablamos de «feminazis», calificativo infame de infames), caen en tópicos populistas, un populismo que ellas combaten. Decir que el inicio de la reforma de la controvertida ley es volver al «código de la manada” es una simpleza, un embuste, y permítasenos el pleonasmo.
Hemos referido en esta columna que la ley del «sólo sí es sí» articula un armazón contra la violencia de los hombres como jamás se ha llegado ni a intuir. No obstante, y a su altura, que el 40% de los jueces, al interpretar la ley, beneficie a los reos, es intolerable. No cabe aquí calificarlo de fachas. Desde luego, la judicatura está impregnada de conservadurismo porque acceder a ella requiere tener patrimonio, que la familia sostenga al opositor los, más o menos, diez años que necesita para aprobar las oposiciones. Y justamente por eso, el legislador debe acotar bien el articulado de las normas para no dar excesivas «libertades» a sus señorías.
Durante la tramitación de esta ley, los socialistas admitirán enmiendas y consideraciones varios a los grupos parlamentarios, pero nunca, nunca, permitirá que, una vez aprobada, ningún maltratador vea atenuado su castigo. Porque lo que está acaeciendo hasta ahora es inadmisible, repulsivo. Además, el daño electoral que ya ha hecho al PSOE es muy difícil de reparar, y sería irreparable, aun catastrófico de cara a las elecciones próximas.
Ahora bien, lo más desalmado del asunto, donde Podemos ha culminado el dogma de los dogmas populistas, fue acusar a los socialistas, desde la tribuna del Congreso, de aliarse con el fascismo. Decimos el dogma de los dogmas porque, en el otro extremo, está la acusación de la extrema derecha y de la derecha antisocial, ruin como aquella, que capitanea Isabelita Díaz de Ayuso y Díaz de Vivar.
Es por ello, que Podemos, atados al palo mayor de la nave, cuan el Ulises de la «Odisea», ha quemado sus velas. El Gobierno de coalición ha quedado dañado, y con él, la esperanza de que la izquierda pueda el próximo año seguir, en mayor o menor media, con aciertos y desaciertos, sin corruptelas o con ellas, esforzándose, incluso insuficientemente, en amparar a los vulnerables. Porque se instalará en La Moncloa otra coalición, una que reivindica el patriarcado, el catolicismo cutre (o sea, el reservo de Jesús), la privatización de lo público (sobresaliente Enrique del Teso con su «privatizar y privar») y, en consecuencia, tratar a las muchedumbres como hembras y macos despreciables.
III. Nota Primera
Dictaremos el siguiente «bodrio» para el Sr. Aere, posiblemente un caminante por los arrabales fascistoides, que él mismo se retrató como populista al desdeñar la argumentación, siquiera basal, de su ofensa a este escribidor que, empero, se trastoca, la intención de ofender, en ridiculez soberana: No creemos exagerar si sostenemos que, en la Historia Contemporánea, jamás se dio el presente un abismo social tan abisal. Unos, poquísimos, hipermillonarios; otros, muchísimos más, sin casi nada, y un tercer grupo, que incluye al sr. Aere, quizá en un número intermedio entre los poquísimos y los muchísimos, que, o viven con desahogo, o viven de lamer los anos de quienes están en la cumbre y alrededores, lo que aconseja una analítica y revisión médica, o son tan fatuos o ultras que no se percatan de los miserables que son. Porque, y no me venga con el comunismo, por fin execrado de España, el capitalismo en un caníbal, de carne por supuesto, pero también de sesos, con la mirada puesta en la población susceptible de ser idiotizada como premisa desde la que vaciar las democracias.
El Capital le ha pegado una patada a Dios, somnoliento Él, y mueve el Mundo a altísimas revoluciones, provocando el caos en las gentes. Donde hay caos, la razón enferma y colapsa, como si dejara de producir adrenalina, la hormona de la sacudida, del re-vivir. Como Dios, el Capital lo ve todo, está en todas partes. Al contrario que Dios, el Capital se exhibe. El exhibicionismo del Capital es consustancial al extravío de la razón de los «capitalizados». El Capital, entonces, ha comprado la civilización, y la única bala que le queda al Anticapitalismo (solidario) es el salvajismo. Sólo se puede ser civilizado cuando no es necesario ser salvaje. La civilización, o cuenta con dosis de justicia social, o, de lo contrario, hay que abatirla certeramente, poner sumo cuidado en no desperdiciar esa bala. Porque el Capital, como Dios, es un trastorno que causa estragos. Exclusivamente el Jesús hombre es un referente anticapitalista (los ricos no estarán en la eternidad, amaos los unos a los otros…).
IV. Nota Segunda
Nos dirigimos al Sr. Mnua: Con sinceridad le digo que sus observaciones, muchas de ellas, no las arrojo sin más a la basura, las pienso, las digiero. Ahora bien, tratar de comparar el caso Mediador, chusco, barriobajero, y en el que, por ahora, dos generales y un coronel de la Guardia Civil, que la derecha no menciona, son los principales protagonistas, sin «desmerecer» a Tito Berni y a los que vengan del PSOE y a empresarios; decía, comparar este caso, al que le dediqué, por tanto, menos espacio el domingo pasado, con el caso Kitchen y con el <<no caso>> Ferrovial, es para reflexionar.
Ferrovial es producto, como todo emporio, de prácticas sucias y de dinámicas de poder subterráneas que minan los Estados de derecho. Ferrovial mintió al decir que se iba porque este país «no ofrecía seguridad jurídica”, desmentido después por la propia empresa de empresas. Y mintió al aducir que se iba a los Países Bajos para cotizar en la Bolsa de Nueva York, asimismo desmentido por Wall Street. Ferrovial se va para pagar menos impuestos, para que Del Pino, en lugar de tres, tenga cinco mansiones, para que, en lugar de uno, tenga dos jets privados y seis helicópteros en vez de tres, etcétera, etcétera: o sea, asqueroso. Además, Ferrovial, condenada más de una vez por prácticas monopolistas, se va lanzando un torpedo contra la línea de flotación del Ejecutivo de Pedro Sánchez, defecando así el hijo sobre el texto que dejó escrito el fundador, su padre, en el que se comprometía a permanecer en España para darnos lo que nosotros le dimos a él.
Para defender a megaempresas, antes hay que ser honesto con uno mismo, porque nadie se hace billonario con el sudor de su frente. Finalmente, Sr. Mnua, si saqué a colación el caso Kitchen fue por algo muy sencillo: es el mayor escándalo desde la muerte del criminal en 1975 que sacudió este país: un Gobierno del PP, policías de máximo rango y cualificación, y hasta un magistrado, enfangados en la tarea de barrer con bellaquería a sus rivales políticos y tapar con la enorme cantidad de medios de que dispone un Estado el caso Gürtel, que ya sabe usted de qué va. No es fácil elevar el listón del Partido Popular.
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