8M al fondo. Intereses, alianzas y tácticas

OPINIÓN

Alberto Ortega | EUROPAPRESS

11 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Clinton se la tenía guardada a Bush (padre) en el debate televisado. Una de las matracas electorales de Bush había sido la falta de patriotismo de Clinton, porque en sus años mozos había andado de manifestaciones contra la guerra de Vietnam. En vez de ponerse al lado de su país, había salido en manifestación con aquellos hippies fumados. No dejó de zumbar en toda la campaña lo de la patria, la nación, la buena gente y los peludos colocados, en plan plaza de Colón. Clinton se la tenía guardada. El padre de Bush padre, el senador Prescott Bush, había estado en el grupo que había logrado censurar al famoso McCarthy, el de la caza de brujas. Clinton le espetó a Bush que McCarthy se había equivocado señalando a medio país como antipatriota y que su padre Prescott había acertado enfrentándose a él. «Y usted se equivoca cuestionando mi patriotismo». Nada menos: usted se equivoca como McCarthy, en vez de acertar como su padre, que le hizo frente.

Cuando uno tiene una bala y tarda en usarla, puede ser por dos razones. Puede ser por táctica, porque se reserva la bala para cuando más daño haga; o por debilidad, porque va mal la pelea con arma blanca y hay que pasar a mayores. Está claro que lo de Clinton fue táctica. Tenía la réplica desde el primer día, pero era mejor dejar que Bush metiera la pata más tiempo para que el zasca restallase más. Más dudas caben con la alusión de Pedro Sánchez a la foto de Feijoo con el narco Marcial Dorado. La foto no es cualquier cosa: es en un yate de recreo con un traficante de cocaína. Mucha complicidad es eso. A un político de izquierdas le hubiera costado un canal de televisión de Ana Rosa monográfico. La foto rebotó por las redes sociales desde que Feijoo se hizo líder del PP, pero es una bala que Sánchez no usó hasta ahora. Puede ser táctica. O debilidad. Puede ser que Sánchez suba de munición porque tenga unas dudas que no tenía sobre cómo va la reyerta con arma blanca.

Sánchez tiene buen olfato demoscópico. Es raro que no viera venir el charco del solo sí es sí. España es uno de los países más seguros del mundo y uno de los países de Europa con más presos. Poca criminalidad y mucha cárcel, es obvio que nuestro código penal es muy duro. La ley de solo sí es sí no se la jugaba en la dureza de las penas, que de eso vamos sobrados. No era tan difícil explicar esto de antemano. Es estúpida la alarma social en un país tan seguro. Es incomprensible que nadie haya dicho que España es uno de los países más seguros del mundo, ¿se lo oyeron a alguien en todo este episodio? No hubiera sido difícil explicar que con esta ley será un país aún más seguro, no por el tiempo que estén los agresores en la cárcel, sino porque no les será tan fácil eludirla. La alarma la decretó la derecha, pero también esos rescoldos de rencor de formato Carmen Calvo y esa quinta columna que tiene el PSOE en algunos barones y en el propio Gobierno. Margarita Robles ya había blanqueado el asedio de una banda fascista al domicilio de un Vicepresidente y una Ministra del Reino y tuvo la lindeza de relacionar la nueva ley con un asesinato machista caído del cielo. Sánchez se abonó al discurso de alarma en uno de los países más seguros del mundo, y pensó que se podía encapsular la chapuza en UP y fortalecer el estatus mainstream con experiencia del PSOE. Es raro que su buen olfato no le advirtiera de que el charco le llegaría a él. Por eso no sé si la foto de Feijoo abrazado al narcotráfico es una bala de debilidad o de estrategia. Por ese error discursivo, el PSOE pasó por el 8M como sobre brasas. En vez de ser un mal día para quienes dicen que docenas de mujeres asesinadas al año son cosas que pasan y que las discriminaciones de género son como los pobres de Madrid, ¿dónde están, que no los veo?, fue un día complicado para él.

Pero es que en torno al 8M y el feminismo había algo más que los derechos de las mujeres. Había tácticas. La derecha, que esnifa cada día los vahos trumpistas de la posverdad, se lanza en tromba a negar lo que ven los ojos y hace a Ayuso apagar las cámaras de Madrid: el éxito fue abrumador, las disputas fueron un rumor lejano y los encontronazos del feminismo son como los de cualquier otro movimiento progresista o conservador. El PSOE intenta a la vez vitaminarse con el nutriente feminista y cultivar un perfil centrista que le dé el monopolio del sentido común en período electoral. Irene Montero saca músculo. Que el PSOE vote la enmienda a su ley con el PP y que sea ella la diana de las ínfulas antifeministas más reaccionarias le empieza a dar un cierto aire épico. Está aún en el alero el liderazgo del espacio a la izquierda del PSOE, sea ese un espacio único o uno y trino como la Santísima Trinidad. Y está también en el alero cuánto va a pesar cada uno en ese espacio único o uno y trino. Y Montero saca músculo. Yolanda Díaz sigue recordándonos que es gallega, como Rajoy y Feijoo, y que puede dejar que los acontecimientos pasen a través de ella y sigan de largo, hasta después de las municipales y autonómicas, que es cuando empieza lo suyo. Podemos intenta que el grueso del caudal feminista se quede en su cuenco. Y cierta izquierda melancólica, que no cree ser consecuente si no es minoritaria e incomprendida, no quiere que Montero y entorno pesen mucho en alguna confluencia unitaria de izquierdas, sino que no confluyan con nadie y sean un pedrusco de pocos diputados, un reducto puro y resistente de la verdadera izquierda. No eran solo los derechos de la mujer. Todo eran tácticas.

Es curioso que esas tácticas no parezcan tener claro cuándo los intereses coinciden o divergen y que las divergencias no tienen por qué determinar las alianzas. Dos ejemplos de nuestros días. La UE y EEUU no tienen los mismos intereses en la guerra de Ucrania. Basta mirar el mapa y ver que todo lo que hay entre el Báltico y el Mar Negro, que separa a Rusia de Europa, es Ucrania y Polonia. Basta ver el lazo de EEUU con Londres y Varsovia, quién no tiene energía y quién la vende y dónde caerían bombas si la cosa se desmadra y dónde no caerían. Tiene sentido que la UE sea aliada de EEUU, pero solo si no ignora la divergencia  de intereses. Otro ejemplo más doméstico. Hace poco Barbón y Revilla fueron en santa compaña a exigir compensaciones por el esperpento de los túneles de la FEVE. En un agudo artículo, Víctor Guillot recordó por qué los intereses de Revilla y los de Asturias divergen. Para Revilla el mundo está hacia el este, no hacia el corredor cantábrico. De nuevo, tiene todo el sentido ser aliados, pero sin ignorar que no coinciden los intereses.

Tan tonto como ignorar cuándo los intereses divergen es ignorar cuándo coinciden. PSOE, Podemos y Sumar (con IU como elemento líquido listo para cualquier envase) son cosas distintas que no quieren ser la misma. Pero sus intereses coinciden. Al PSOE le interesa que Podemos - Yolanda Díaz lleguen hasta donde razonablemente pueden llegar. A Podemos - Díaz les conviene que el PSOE llegue también hasta donde puede llegar (ya vieron en Madrid lo que pasa cuando el PSOE no se presenta a las elecciones o se presenta con Gabilondo). A Podemos le interesa el tirón electoral de Yolanda Díaz (que lo tiene por su estilo, pero también por su gestión). A Yolanda Díaz le interesa la tracción de Podemos (que, por encima del ruido, también mostrará su hoja de servicios). Y a los dos les interesa la sencilla pero sólida y resiliente implantación de IU. En el 8M solo parecían conscientes de su comunidad de intereses los grupos fóbicos con el feminismo y lo que representa. Los demás parecieron ignorar, por ojerizas o calentones, en dónde coinciden sus intereses.

Al final Sánchez en el parlamento tiró de la foto de Feijoo con Marcial Dorado. O había llegado el momento táctico de usar esa bala o temió que se le desmadejase el Gobierno. Tiene buen olfato y sus temores seguro que tienen fundamento. Pero lo que queda claro es que el feminismo y la igualdad es un torrente que está ya por encima de coyunturas y tácticas. Solo había que leer el día 9 los titulares, casi histéricos, de la caverna mediática.