Pudiendo elegir un universo propio entre tantos universos en plan Todo en todas partes al mismo tiempo, uno en el que los independentistas a los que has beneficiado te escupen en la cara que lo volverán a hacer, otro en el que el orgullo de Montero y Pam hace que condenados por delitos sexuales salgan antes de la cárcel, otro en el que los autónomos capitulan, etcétera, es natural que Pedro Sánchez haya elegido vivir en el universo de los estadistas, con sus blancas cumbres y sus conmovedores discursos, a veces en inglés. En el universo Sánchez, Emmanuel Macron llega a Barcelona, toma asiento, y se olvida de la tormenta perfecta de las pensiones en Francia. Su rostro como para un museo de cera aún no es alegre, pero todo se andará. No hay más que ver al presidente de España, literalmente un niño con zapatos nuevos. ¿Realmente alguien puede reprocharle algo a este Pedro?, ¿acaso no es la felicidad la más bella aspiración del ser humano? Pues él la está disfrutando.
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