
A las rupturas, al final de una relación que no siempre es del amor, al menos no siempre por ambas partes, debemos una gran cantidad de canciones, textos, poemas, libros, pinturas y demás creaciones artísticas. Quién con una mínima pretensión literaria no guarda en las entrañas de su ordenador o en algún altillo líneas consagradas a eso que lo era todo y se quedó en nada, palabras que descansan para no ser leídas. Y esto se produce, sobre todo, porque cuando uno está plenamente enamorado y feliz con la otra persona no quiere hacer otra cosa que estar con ella y, si puede ser, cerca de una cama y con poca ropa. Por eso es que del desconsuelo, de la soledad y de la falta del otro, de la extinción de un lenguaje propio que sólo hablan dos, surgen las más bellas obras de amor, porque las mieles del recuerdo siempre endulzan las historias del pasado.
Shakira, con el despecho que produce pasar de ser todo a nada en el corazón de quien quieres, saca una canción junto a Bizarrap criticando a Piqué y a Clara Chía, su actual pareja. La canción es mala, a rabiar, tan mala que ni el productor argentino es capaz de salvarla y eso que en sus manos y cabeza reside el futuro de la música que vendrá. Gerard hizo mal en el engaño, pero el amor no entiende de compromisos, años, casas compartidas, hijos ni negocios millonarios; no es más verdad que el hombre siempre tiene la edad de la mujer a la que ama, y viceversa.
Ya no hay «waka-waka», tampoco bailes en la cocina. «La Loba», herida y rabiosa, muerde sin piedad al padre de sus hijos, lava los trapos sucios mientras los exhibe a todo el mundo. Algo así como lo del príncipe Harry, pero con algo de música. Shaki llora y factura, más de veinticinco millones de reproducciones lleva el vídeo en Youtube en doce horas, pero está claro que llora, y mucho: nadie hace un ataque tan furibundo si no se siente herido en lo más profundo de sí. La verdad, creo que Shakira no sabe muy bien dónde se ha metido, qué lío. Y no ya por lo que puedan pensar y decir en un futuro sus hijos, que menuda imagen van a tener de sus padres, sino porque del rencor, sea con veintidós o cuarenta y pocos, cuesta mucho salir.
Decía Antonio Gamero: «Yo a mis amigos no les cuento mis penas, que los divierta su puta madre». Pues esto es lo que ha hecho la colombiana pero a una escala infinita. Imagino a Piqué con su chica, tranquilamente en casa o donde estén, que para eso tienen dinero y esto les permite tener la libertad de hacer lo que quieran, brindando con champán - «Que es lo mejor que se puede tomar en cualquier ocasión», como dijo un día Guardiola a Sostres- y riéndose a la salud y la fortuna ganada de la ex, porque el amor siempre se abre paso y triunfa. Y mejor si es cerca de una cama.
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