Nos ha dejado Nicolás, Nico el de La Naval, el que fue el máximo dirigente y secretario general de la UGT desde 1971 hasta 1994, compañero comprometido con la causa de las personas trabajadoras y con el progreso social de nuestro país. Nicolás estaba hecho de una pasta especial, de impecable rectitud, austero, íntegro, nada dogmático, autodidacta, muy inteligente y cauto, persona que sabía calibrar los problemas y captar sus matices para buscar siempre la mejor solución.
Antepuso siempre las necesidades y los derechos de los demás a los suyos, honesto y comprometido con la organización, siempre a disposición de ella, y trabajando incansablemente desde, por y para la clase obrera. En su lucha por la justicia social fue detenido y procesado por la dictadura franquista en numerosas ocasiones debido a sus actividades políticas y sindicales.
Ocupó uno de los papeles más destacados en la reinstauración de las libertades democráticas y, concretamente, la libertad sindical en nuestro país. Su labor decidida supuso no solo la plena legalización de los sindicatos libres, sino su afianzamiento y desarrollo durante su etapa al frente de la UGT, una etapa larga, difícil y conflictiva, pero también fructífera.
Su empeño personal consiguió que el XXX Congreso Confederal de la UGT, celebrado en Madrid en abril de 1976, se llevara a cabo a pesar de ser todavía ilegales los sindicatos libres en España. Con ello logró forzar el cambio de la dictadura a la democracia e hizo prevalecer la libertad sindical plena sobre los intentos de transformación supuestamente democratizadores de las estructuras verticales franquistas. Fue enteramente consecuente con la enorme responsabilidad que le exigían las circunstancias excepcionales de la época: la consolidación de la democracia en una situación de crisis económica brutal.
En 1979 firmó el Acuerdo Básico Interconfederal (ABI) con la CEOE, sobre el que sustentaría una parte importante del Estatuto de los Trabajadores, fundamento básico para unas relaciones laborales modernas y democráticas. A pesar de las dificultades, hizo que primara siempre el principio de autonomía sindical de la UGT, en defensa de los derechos de los trabajadores y las trabajadoras, con respeto a todos los partidos políticos sin excepción. La inolvidable jornada de huelga general del 14 de diciembre de 1988 fue la prueba más evidente de ello, fue la consolidación de este principio en nuestra organización, que hoy forma parte de la vida cotidiana del sindicato.
Su convicción en la necesaria autonomía sindical, mediada la década de los 80, lo llevó a dar un paso más y promovió la unidad de acción, siempre que fue factible, para fortalecer el movimiento sindical que iría incuestionablemente en beneficio de los trabajadores y las trabajadoras.
Su figura se recordará siempre como clave en las conquistas de las libertades sindicales y políticas, así como en la consecución de derechos laborales y sociales de nuestro país. Hombre comprometido, valiente y coherente, estuvo siempre a la altura de los retos y tiempos históricos que le tocó vivir.
Hoy le damos nuestra más sincera gratitud por su trabajo e inmensa dedicación al sindicalismo y a las trabajadoras y trabajadores de nuestro país. La memoria de Nicolás Redondo nos impulsa para ser continuadores de su lucha y legado.
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Pepe Álvarez es secretario general de UGT