Recientemente desde el Principado de Asturias se han emitido dos resoluciones, por las cuales se autoriza expresamente a matar animales por parte de la guardería de medio natural. En una de ellas se trata de matar un lobo en Picos de Europa, a pesar de que está expresamente prohibido en la legislación nacional. En la otra se autoriza a matar hasta 180 cormoranes en los ríos, supuestamente para salvaguardar las poblaciones de salmónidos; lo más curioso es que para proteger esas poblaciones no se prohíbe la pesca ni se pone remedio a los vertidos fecales, de purines o de basuras.
También es muy reciente la publicación de las normas de pesca de la angula, a pesar de que es una especie en peligro de extinción en nuestros ríos.
Nos preocupa leer cada día en prensa opiniones personales, nada científicas, sobre el exceso de población de osos( aún están en peligro), así como en contra de garzas, cormoranes y nutrias que diezman las poblaciones de peces por esa manía que tienen de comer para alimentarse (no como el ser humano que lo hace por dinero o diversión).
En los entornos rurales parece sobrar todo ser viviente que se vea como competidor del espacio. En las ciudades sucede lo mismo. Aquí molestan las gaviotas, estorninos, palomas... Y por lo visto hay quien no encuentra mejor solución para convivir con estas aves que matarlas o ahuyentarlas.
Moscas, mosquitos, arañas, avispas y demás insectos también se llevan su parte. Al más mínimo atrevimiento de asomarse, se les mata a golpes o se les rocío con esprais venenosos. Y qué decir de topillos, musarañas, murciélagos y demás bichos oscuros, o de muchas plantas de todo tipo de espacios naturales.
Desgraciadamente parece que una buena parte de la población humana no encuentra mejor manera de relacionarse con el resto de seres vivos que matándolos. Pero es que además esa manera de relacionarse es igual entre nosotros.
La educación patriarcal, ese concepto de poder impuesto y ejercido por los machos, por el fuerte, se extiende a toda relación con la vida misma. Esta manera de relacionarnos con los que consideramos seres inferiores, nos ha llevado a lo largo de la historia de la humanidad a guerras, subyugación, esclavismo, matanzas y feroz competición por el poder.
Solo a través del ecofeminismo que defendemos desde el movimiento verde, somos capaces de entender que lo más importante que hay en este planeta es la Vida.
Es cierto que la historia natural es una historia de competencia por la supervivencia. Pero también es cierto que solo es por supervivencia; ninguna otra especie aniquila adrede al resto de la forma que lo hace el ser humano.
Llegamos hasta el punto de aceptar como válido, incluso ético, que el poder económico se consiga a cualquier precio, creando así un entorno que destruye la vida. Así hemos llegado a la alarma por el cambio climático provocado por el ser humano y a una extinción masiva de especies sin punto de comparación con las cinco extinciones en la historia del planeta.
Como partido político, planteamos a la sociedad una forma diferente de hacer las cosas para salvaguardar la salud de las personas y la Vida en el planeta.
David Diaz Delgado es coportavoz Verdes Equo Asturias
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