
Si alguien pensaba que la ultraderecha no sonríe es que no han visto a Giorgia Meloni, primer ministro de Italia según su tarjeta de visita. La mujer sonríe hasta en Bruselas, como si lo de la UE fuese invento suyo. A su sonrisa responde sonriente la presidenta del Parlamento Europeo, de nombre Roberta Metsola. A Metsola no la conocen ni en su casa a la hora de comer, y he ahí uno de los problemas de Europa, que nadie conoce a quienes mandan allí. Las imágenes de políticos que se reúnen suelen ser grandes muestras de cinismo. Meloni caballo de Troya y Metsola no iban a ser menos. Luego suele pasar que en la secuencia siguiente a la sonrisa, uno de los políticos está muerto, políticamente. En la primera visita de Meloni a Bruselas la sangre no llegó al río. No estaba en la agenda. Pero hay que recordar que a esta mujer, Meloni, como a Santiago Abascal, el virus de la ultraderecha no se le quita con un ibuprofeno. Ay del día en el que de verdad se abra el melón Meloni.
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