El secuestro de una fantasía

Jorge Sobral Fernández
Jorge Sobral CATEDRÁTICO DE PSICOLOGÍA DE LA USC

OPINIÓN

María Pedreda

21 oct 2022 . Actualizado a las 09:49 h.

La joven, 24 años, vasca, que secuestró a un bebé el miércoles en Bilbao, no se apropió tanto de una criatura como de una experiencia interna, imaginada e idiosincrática; esto es, una fantasía personal e intransferible: la de ser madre. Algunos datos al respecto nos alertan acerca de que hechos como este no son frecuentes (afortunadamente ningún crimen lo es), pero tampoco son excepcionales. El National Center For Missing and Exploited Children de USA ha registrado en los últimos 60 años hasta 329 bebés secuestrados por mujeres. A semejanza del asunto de Bilbao, 140 de ellos fueron raptados en centros sanitarios, de una manera puramente oportunista y aleatoria: el primero que esté accesible en modo tal que mi riesgo sea mínimo. También en EE.UU. fue común que la perpetradora se disfrazara con uniformes típicos del personal sanitario. En general, se trató de mujeres jóvenes, por lo tanto en edad fértil, o bien abrumadas por la culpa de no poder ser madres (esto es, obsequiar a sus anhelantes parejas con el hijo que tanto deseaban), o bien impulsadas por un incontenible deseo de maternidad, tuvieran pareja o no. Estas y otras evidencias disponibles, nos ofrecen una especie de retrato tipo de sus motivos esenciales: no entiendo mi existencia sin la maternidad. Soy una persona, mujer, incompleta, demediada, imperfecta... tanto que, en ese imaginario corrompido, de tan incompleta mujer que soy, ni a mujer llego. Es tan brutal el efecto de ciertos estereotipos patriarcales, con su esclerótico reparto de roles, con el equipaje de expectativas asociadas, con los implícitos mandamientos acerca del deber ser... que muchas mujeres son moldeadas a horma y martillo, a fuego lento, en el ara de tales exigencias. Quizás ciertos mecanismos evolutivos, acuciados por la inexorable necesidad reproductiva, no sean ajenos a estas presiones. No sería extraño que nuestros genes escondan la clave de bóveda de un sistema neuroendocrino listo para el reproche: mujer fértil con síndrome de abstinencia parental. O eres madre, o violas códigos culturales y biológicos, tan intangibles como evidentes.

La no madre como proyecto personal fallido, inútil, desperdiciado. Algo así debió nutrir la atmósfera mental de la chica de Bilbao. Y trasladó al mundo real su fantasía. Fue madre al menos unas horas. Cuidó y alimentó a «su» bebé. Una vez parcialmente redimida de su culpa, lo devolvió sano y salvo. Un cuento de terror con final feliz. Muy diferente a aquel otro, muy cerquita de nosotros, en Monfero: aquella chica cuya compulsiva obsesión por ser madre la lleva a asesinar a una amiga suya, apropiarse de su bebé, y hacerlo pasar por propio durante un tiempo. Y, además, contando para ello con la imprescindible complicidad de miembros de su familia; como tantas otras, sino todas, una locura compartida. Aciago final de otro cuento de terror. Eros y Tánatos juegan sus partidas. Y no siempre ganan los buenos.