Oviedo volvió a lucir como la gran tarde que es y se merece el Desfile de América en Asturias. La calle Uría franqueada por sillas y gente que al paso de las carrozas aclamaba y alborotaba. Los niños y los ancianos son los que más representados están en número entre el público, porque pese a todos los años que se llevan muchas veces no son tan diferentes. Las colas, el «Ese era el sitio del mi Pelayín», los nervios por no ver. Y más en esta edición, que tres años sin desfile es mucho tiempo y había algunos que echaban mucho de menos a las brasileñas bailando samba. Y uno de ellos fue Nacho Cuesta, que no dudó en salir a bailar con una imponente bailarina y dejar una de las imágenes de estas fiestas. Desde la silla compañeros y oposición veía el asunto con ganas y envidia, aunque luego los haya que no dudaron en criticar; es que si uno se la quiere agarrar siempre con papel de fumar y ser siempre políticamente correcto lo que acaba haciendo es el tonto. Más bailes y menos tonterías de ‘bienqueda’ y melifluo. Bien por Nacho y por la bailarina.
De las carrozas, la del Real Oviedo fue de las que más gustó. Y siempre se agradece que la sidra, algo tan nuestro y que cuántas veces no defendemos ni protegemos -beberla es la mejor forma de hacerlo-, esté presente en el desfile con la carroza de Gascona. También fue muy comentado el haiga con Covadonga Díaz y Mateín, pero aquí ya hubo más disparidad en las opiniones.
Los niños, que deben ser los únicos protagonistas y el eje central de esa tarde, se lo pasaron genial viendo desfilar a unos y otros. Se notaba en sus caras la emoción, esa ilusión que luego pierden a los pocos años más y jamás se vuelve a recuperar. Todos recordamos el día de América en Asturias durante toda la vida, como algo dulce y jovial de San Mateo, que con las barracas tan lejos, los niños de hoy, pocos grandes recuerdos pueden tener más. Y es algo que no ocupa grandes titulares ni se le da mucho peso, pero estuvieron años sin barrancas y ahora que sí pueden disfrutar de ellas, para hacerlos, tienen que salir del cogollo de la fiesta.
Estamos en la recta final.
¡Viva San Mateo! Nos vemos en la calle.
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