Para una Mar de Asturias
«El árbol quiere quietud, pero el viento no le deja». Proverbio chino
«En el fondo de la noche tiembla el árbol del silencio». Gabriel Celaya
Entre el ocaso imperial, los nuevos reinos combatientes y la lucha de los pueblos
Estamos en un período de transición necesariamente desordenado y caótico entre el ya imposible orden unipolar y el nuevo orden todavía por gestar. La velocidad, las etapas y la forma en la que se produzca el desmoronamiento del actual orden imperial unipolar, va a depender, en primer lugar, de qué decisiones tome la burguesía monopolista norteamericana -fuerte, muy fuerte como única superpotencia-; en segundo lugar, del grado de emergencia de los reinos combatientes -los BRICS, especialmente de China-; y, en tercer lugar, de la lucha de los pueblos y países por su independencia.
En 1972
Las dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, en su frenética disputa por la hegemonía mundial sembraron guerra, muerte y destrucción por los cinco continentes, provocando cincuenta millones de muertos. EEUU suponía un 36% del PIB mundial y la URSS, un 22%. EEUU tenía bajo su dominio a toda Europa Occidental, América, Oceanía, la mayor parte de África e importantes enclaves en Asia. Por su parte, la Unión Soviética dominaba la Europa del Este y países como Cuba, Corea del Norte, Mongolia y Siria.
Ambas superpotencias tenían un poderío militar inalcanzable para cualquier otro país imperialista y colocaron al mundo varias veces al borde de una guerra nuclear. Las dos superpotencias llegaron a acumular más de 70.000 ojivas nucleares, suficientes para reducir a un erial radiactivo toda la superficie del planeta cientos de veces.
¿Cómo ha cambiado en 2022?
Hace cincuenta años -medio siglo- solo unas pocas naciones eran independientes de las dos superpotencias. Hoy casi la mitad de la población del planeta - el 46%, 3.490 millones de personas - viven en países que, en todo o en parte, ha conseguido zafarse del dominio del imperialismo, conquistando cuotas de desarrollo y soberanía impensables hace décadas.
¿Cuáles son las principales tendencias que determinan la situación internacional hoy?
La primera tendencia es que los pueblos y países del mundo avanzan y el hegemonismo y el imperialismo retrocede. La segunda tendencia es que el mundo unipolar se ha puesto en cuestión por la aparición de países que exigen un nuevo orden mundial. La tercera tendencia es que el espacio de dominación del hegemonismo y el imperialismo se ha achicado. Y la cuarta es que Estados Unidos ha pasado a estar en su ocaso imperial. Detrás de cada una de estas tendencias, el motor ha sido, y es, la lucha de los pueblos y países del mundo.
¿Y de 2009 a hoy, cómo se han desarrollado los acontecimientos?
La redistribución de poder mundial se ha acelerado en estos años. Aunque Estados Unidos ha conseguido sortear los efectos de la crisis que provocó descargando sobre sus aliados del campo imperialista las consecuencias. Así de 2009 a 2019, el peso de la superpotencia se ha mantenido en torno al 24%, pero todo el campo imperialista ha perdido cerca de 20 puntos, del 63 al 47%. Por su parte, el Tercer Mundo ha ganado casi 10 puntos (del 35 al 43%) y China se ha duplicado, de 8 al 16%.
EEUU ha sido incapaz de frenar su ocaso imperial, también en el terreno político-militar, por ejemplo, con la estrepitosa retirada de Irak y Afganistán. Para intentar contener a China, Washington intenta incluirla como “enemigo estratégico” de la OTAN, y ha encuadrado a sus aliados en el Indo-Pacifico en el QUAD y el AUKUS.
Se ha multiplicado la emergencia de los BRICS y de China. En 2009 no existía la Nueva Ruta de la Seda, la influencia global de China era menor, y los BRICS acababan de nacer. Una década después, la alianza se refuerza convirtiéndose en el ariete del nuevo mundo multipolar. China encabeza el desarrollo tecnológico y científico (computación, aeroespacial, energía de fusión...) y ha avanzado en el plano político y diplomático como defensora del multilateralismo.
La emergencia de Asia como nuevo centro del tablero mundial se ha multiplicado. No solo es el continente de mayor crecimiento y más dinámico, sino también el área donde se decide el rumbo del planeta. Y han aparecido alianzas imprevisibles. La más llamativa la pudimos ver hace algo más de año y medio, cuando un presidente norteamericano (Trump) buscaba alianzas en el presidente ruso (Putin) para neutralizar a China y doblegar a Europa, fomentando la vinculación de ambos con la extrema derecha.
Un mundo turbulento y parturiente
El mundo se encuentra en un periodo muy turbulento y parturiente. Nos encontramos entre el ocaso de un mundo unipolar -con Estados Unidos como la única superpotencia realmente existente- y el complicado parto turbulento de un mundo multipolar. Y en la lucha por un mundo multipolar se están desarrollando dos tendencias antagónicas.
La tendencia por un mundo multipolar -que alumbrará algo nuevo porque se asienta sobre el más escrupuloso respeto a la independencia nacional de todos los países del planeta y a las decisiones soberanas de sus pueblos-, y la tendencia que reproduce -lo viejo disfrazado de nuevo- las viejas prácticas imperialistas -como está haciendo Rusia, con su memoria de vieja superpotencia- con invasiones militares, dominaciones económicas e intervenciones políticas para imponer sus designios a los pueblos y países europeos y de otros continentes.
«No queremos emperadores buenos -ni blancos ni negros ni de cualquier otro color- porque no queremos emperadores sobre la faz de la Tierra». Dicho revolucionario
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