No quiero caer en tópicos fáciles, en defectos comunes de detectar, en recursos a pie de campo.
No. Ni tampoco quedarme con la boca cerrada, la mente en blanco y la pluma sin tinta.
No, y no. No soy de esos que tiran la piedra y esconden la mano.
Menos, de los que arreglan la casa del otro, el país desde un bar o la selección de fútbol en tertulias al cuarto.
Me gusta sobre un tema que duele, primero escuchar opiniones sabias de profesionales y, luego, tan solo luego, escribir mi opinión después de haberla madurado. Escribirla de mi puño y letra con rúbrica de trabajo sin paga, de reflexión ofrecida a los demás con mi nombre y apellidos. Mirando la cara al lector y ofreciendo la discrepancia, el reto; pero siempre con argumentos, también firmados.
Y, aquí estamos con la noticia que nos quemaba en las manos; pero que hemos dejado enfriar unos días con silencios profundos, con reflexiones leyendo y escuchando.
Ahora sí. Ahora sí querido lector, te puedo ofrecer mi pequeña cosecha.
La noticia saltó a todos los medios como ráfaga de tormenta de verano: ¡La comunidad de Madrid ha reservado 24 millones de euros para becas destinadas alumnos «superdotados» para cursar bachillerato en centros privados! Y, tras el titular, se extendía enumerando las condiciones pertinentes para acceder a dicho «beneficio».
Y aquí se me vacía el tintero, la pluma no obedece y el lío es monumental.
¿Qué hago? Asirme a la tecla de la reflexión, la consulta y el espacio de tiempo.
Ya lo tengo. Es muy fácil: la señora presidenta de la autonomía de Madrid ha descubierto la pólvora; pero, qué casualidad, la pólvora mojada. Porque lo pólvora seca nos dice que las becas es un don democrático que tiende a la igualdad de oportunidades.
Y, ¿dónde querida señora Ayuso se contempla en su flamante iniciativa becaria ese asomo siquiera de igualdad?
Sí, ya tengo la respuesta: En realidad la beca se la ha concedido a los padres que son los auténticos super-dotados, no sé si de capital intelectual, pero sí de capital salarial con más 100:000 euros anuales, cuando más del cincuenta por ciento de los españoles no superan la frontera de los 14.000 euros.
Desde luego, insisto, los padres con más de 100.000 euros mensuales, sí son superdotados.
Comentarios