De Gaulle dijo que «un hombre de carácter encuentra un atractivo especial en la dificultad». La frase del estadista francés bien podría definir el comportamiento de Juan Manuel Moreno al frente del gobierno de la Junta de Andalucía.
En las elecciones autonómicas de diciembre de 2018, el Partido Popular fue la segunda fuerza política más votada. La formación liderada por este malagueño nacido en Barcelona no obtuvo unos buenos resultados pero la perdida de la mayoría absoluta del PSOE, unida al descenso de diputados de la marca de Podemos en Andalucía, permitió que PP y C's formasen un gobierno de coalición que ponía fin a cuarenta años de sucesivos gobiernos socialistas.
Durante estos cuatro últimos años Juanma Moreno ha presidido un gobierno cuya acción ha estado marcada -no podía ser de otra forma- por la crisis sanitaria; dificultad unida a la ingente labor de poner en marcha un programa de gobierno, asentado en políticas liberales, en un territorio plagado de las redes clientelares tejidas a la sombra de la falta de alternancia en el poder durante cuatro décadas.
Sin grandilocuencias, sin ocuparse de cuestiones ajenas a Andalucía y manteniendo una civilizada convivencia entre las dos organizaciones políticas que formaban gobierno, ha conseguido que en los recientes comicios autonómicos sus paisanos premiasen su proceder otorgándole un mayoritario apoyo.
A quienes temíamos que en los dos grandes partidos cuajase la idea de que vivimos tiempos en los que solo con una dosis de populismo -propio de los partidos ubicados en los extremos del espectro político- se pueden ganar unas elecciones, la victoria de Moreno Bonilla es esperanzadora.
El histórico resultado obtenido por el PP andaluz, el pasado diecinueve de junio, demuestra que desde la moderación se pueden -algunos defendemos que es la única forma- gestionar de la mejor forma posible los recursos públicos, consolidando un cambio de ciclo político. Desde el centroderecha se puede arrinconar al extremismo, evitando que su representación sea decisiva y, por tanto, sus electores comprueben la inutilidad de su votos.
Quizás la madurez de nuestro sistema democrático esté detrás de la extinción de ese voto cautivo que sustentaba que un determinado territorio fuese inexpugnable feudo de un partido político. Las mayorías absolutas, que a medio plazo parecían ausentes, regresan, puede que fruto de la inestabilidad generada esta última década por un panorama político fragmentado. ¿Volvemos al bipartidismo? Si esto significa la alternancia en el poder entre el centroderecha y el centroizquierda, modelo sobre el que se han asentado los años de mayor prosperidad de nuestra historia, bienvenido sea.
España vive tiempos de cambio en los que personas como Juanma Moreno Bonilla están llamados a desempeñar importantes responsabilidades, confrontando con la radicalidad existente fuera, pero también dentro de sus filas.
A tenor de su hoja de servicios y de la nueva composición de los órganos de dirección del Partido Popular parece que Núñez Feijóo comparte la vía moderada del Presidente de la Junta de Andalucía. Correcto camino hacia la Moncloa.
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