Si se realiza un ranking de políticos más relevantes en la Asturias del pasado siglo, quedaría entre los primeros, si no a la cabeza
09 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Si en la Historia de Asturias del siglo XX existen muchas y muchos olvidados, quizás el más llamativo de todos es Ramón González Peña. Con el apelativo de El generalísimo rojo, el diario Región le trataba en portada, por su detención en diciembre de 1934. Si se realiza un ranking de políticos más relevantes en la Asturias del pasado siglo, Ramón González Peña quedaría entre los primeros, si no a la cabeza. Pero, extrañamente, su figura es desconocida y su nombre no es habitual de la vida política o social; no como un Manuel Llaneza o Belarmino Tomas, por poner dos ejemplos de su entorno del SOMA y el PSOE. Quizás la razón de este desconocimiento está en que su persona cayó en desgracia tras su expulsión del PSOE en 1946, y esa falta de padrino partidista le ha ido borrando de la memoria colectiva. Cuenta, junto con su hermano, con una calle en Mieres, villa de la que fueron alcaldes, y poco más.
El 11 de junio de 1888 nació en Las Regueras en el seno de una familia minera, creciendo en el Caudal, entre Ablaña y Mieres. Ramón González Peña fue un niño minero, de una familia socialista, que acabaría siendo un líder sindical y político estatal. Participó de la huelga general revolucionaria de 1917, en el 18 fue enviado a Andalucía por su capacidad organizativa, desarrollada sobradamente en el Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias desde su fundación a organizar a los mineros la Comarca de Peñarroya en Córdoba. Ese vínculo andaluz le llevaría en 1928 con los mineros de Huelva, donde sería incluso detenido. Con la II Republicana sería gobernador civil de Huelva, alcalde de Mieres, presidente de la Diputación Provincial de Oviedo, cuestión que compatibilizó con su elección como diputado por Huelva en las elecciones a Cortes Constituyentes. En 1931 también sería elegido secretario general del SOMA. Una vorágine de cargos y responsabilidades que dicen mucho de su peso político y sindical.
En la Revolución de 1934 sería conocido como el Generalísimo de la Revolución y considerado por muchos como el máximo dirigente de la misma. Él acuñaría la Unión de Hermanos Proletarios, UHP. Tras el fracaso revolucionario, su persecución fue dirigida por el mismísimo comandante Doval. Fue capturado finalmente en Ablaña, juzgado y condenado a muerte y a pagar 200 millones de pesetas por los daños de la Revolución. Hay que recordar que también se le consideró responsable del robo del Banco de España en Oviedo, aquel octubre, 14,5 millones de pesetas, el equivalente según algunos cálculos a 28 millones de euros. En su detención, no llevaba encima ni dos pesetas. Finalmente sería conmutada su pena capital por el gobierno de Lerroux, permaneciendo por diferentes presidios hasta la victoria del Frente Popular en 1936.
Durante la guerra de España fue brevemente Comisario General del Ejército del Norte, miembro de la Diputación Permanente de las Cortes desde octubre de 1937 a octubre de 1938 y Ministro de Justicia en el segundo gobierno de Juan Negrín. Presidente del PSOE de 1936 a 1944 y del sindicato UGT de 1938 a 1944. Ya en el exilio, estuvo inicialmente en Francia, donde actuó como vocal del Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles. Ramón González fue expulsado del PSOE en 1946, con otros 35 compañeros, entre ellos el expresidente del gobierno Juan Negrín, al que fue leal hasta el final. Históricamente, Ramón González Peña había estado en pugna con Largo Caballero e Indalecio Prieto. Después de varias idas entre Francia y México, culmino su vida a los 64 años en Ciudad de México el 27 de julio de 1952, en la pobreza y el ostracismo de los que habían sido sus camaradas. Sería readmitido junto a sus compañeros por el congreso del PSOE de 2008 y su carnet de militante devuelto por el mismísimo Alfonso Guerra y Leire Pajín a su familia en 2009.
A los 134 años de su nacimiento, no cabe esperar más para el reconocimiento de quien puede presumir de haber sido alcalde, líder de una revolución, responsable de uno de los robos del siglo, condenado a muerte y después ministro de justicia, ademas de presidente de las dos mayores organizaciones de la izquierda de este país. Todas sus responsabilidades hacen un currículum difícil de superar, toda una referencia de la clase obrera. El próximo 27 de julio se cumplirán 70 años de su fallecimiento. Quizás sea el momento de que las organizaciones e instituciones que presidió, le rindan por fin el tributo debido, así como el conocimiento de la sociedad asturiana.
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