El jefe del Laboratorio de Virología del HUCA agradace la labor de sus compañeros que hicieron frente al covid
19 jun 2022 . Actualizado a las 11:28 h.«….los hay que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles», B.B.
Ahora que ya nos podemos ver de nuevo las sonrisas y compartir carcajadas. Que salimos sin miedos y saludamos con un abrazo y un par de besos.
Ahora que volvemos a una cierta «normalidad» (palabra que odio porque no podemos hacer normal que haya guerras, ni refugiados, ni hambre, ni …). En fin.
Ahora que rebuscamos en nuestros bolsillos todos los ahorros que tenemos para calcular cuánto nos vamos a gastar estas vacaciones sin mirar ni atrás ni adelante.
Antes de que pasemos página, quiero dedicar desde mi anónima posición, un pequeño tributo a todos aquellos que estuvieron conmigo estos dos años largos, muy largos a veces (el tiempo es relativo, como demostró Einstein).
Hay muchos a los que agradecer en estos dos años y seguro que el resto de los ciudadanos (entre los que me incluyo) lo harán de nuevo como lo hicieron en el pasado. Y cómo no pensar en los que sufrieron los estragos de esta dichosa enfermedad del Covid. Para ellos también va mi sentimiento.
Pero hoy quiero reconocer la labor de todos los que estuvieron alrededor del laboratorio de Virología del HUCA. No voy a nombrar a nadie porque cada uno sabe muy bien dónde estuvo.
Y lo quiero hacer a través de estos medios de comunicación que tan bien me han tratado (aunque a veces he «enfurruñado» a más de uno con mis comentarios…) y antes de que deje de ser tan «mediáticu», como me dicen. Todos lo vamos a agradecer.
En primer lugar quiero dar las gracias a todos aquellos que estaban por encima de mí y que me otorgaron su confianza y su apoyo sin explicaciones. Y que más de una vez fueron uno más entre tubos y tubos.
A mi alrededor también se movieron auxiliares, transportistas, limpiadoras, telefonistas, celadores, personal de seguridad. Anónimos que sin su buen hacer todo hubiese sido más complicado. No puedo tampoco olvidar a mis compañeros de Microbiología, que también tuvieron que echar una mano en momentos difíciles. Ni al resto de laboratorios de Microbiología de nuestro sistema de salud, que también nos solucionaron muchos problemas.
Pero hoy quiero reconocer la labor y expresar mi máximo respeto al personal administrativo y al personal técnico más cercano a mí por su profesionalidad y su buen hacer.
A los que llegaron y por distintas circunstancias se tuvieron que ir (si vuelven tendrán siempre mi mano tendida). A los que llegaron y se quedaron. A los que ya estaban y aquí siguen (¡locos insensatos!). A todos ellos quiero darles las gracias por haber participado, programado, resuelto, por haberse implicado, … «por tomar partido hasta mancharse», como decía el poeta.
Por haberse adaptado a trabajar al día con diez veces más de carga de trabajo de lo que tenían hasta entonces. Por incorporar todos los cambios de protocolos (que fueron muchos), por superar la ansiedad de la escasez de suministros, por reinventarse en cada turno cuando una máquina empezaba a dar fallos o dejaba de funcionar. Y siempre con esa profesionalidad de que aquello no podía parar y teníamos que seguir trabajando una «PCR por hora». No, no una muestra, sino una tanda de PCR: Noventa muestras. Y luego era cada cuarenta y cinco minutos, cada media hora, cada 20 minutos,…. Hasta llegar a procesar más de cuatro mil muestras diarias más de un día seguido. Sin pararse a pensar si era lunes o domingo. Sin tener en cuenta razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o procedencia. Bueno, procedencia sí: Urgencias, hospitalizados y residencias tenían preferencia. Así que a veces me despedía de ellas (eran mujeres mayoritariamente, pero también había hombres) con un «¡Sed malas!», porque mejores no podían haber sido.
«PCR», ¿cómo me hubiese imaginado hace dos años que se incorporaría a las conversaciones cotidianas y no tenía que quedar de engreído por tener que explicarlo?
Quiero darles las gracias por haber compartido todos esos encuentros y desencuentros, las sonrisas, los alientos, el cansancio. Por haber soportado todos mis desatinos (tampoco fueron muchos. Bueno, ellas dirán, je je).
Gracias por mantener este laboratorio y ponerlo en valor. Por demostrar que todo aquello que aprendí en los bajos del hospital entre aparatos, pipetas, ayunos y desayunos, sonrisas y alguna que otra bronca de aquellos veteranos microbiólogos y sobre todo de mi gran maestra (hoy muchos jubilados), tenía sentido.
Y no puedo olvidar a mis compañeras y compañeros, Profesionales Virólogos con mayúsculas. Fieles escuderos que cuando yo decía «Veis, son gigantes», ellos sonreían con resignación y pensaban «menos mal que son molinos». ¡Y eran molinos! Pero algunos eran muy grandes.
Ellos fueron los que consiguieron, entre todo el maremágnum que suponía todo, dar los resultados en menos de cuatro hora en los casos urgentes, con una media de ocho hora en general y nunca más de veinticuatro horas en más del 97% de los casos. El resto era que yo me empeñaba en repetir y repetir lo que ellos tenían claro. De algo valía ser el más…terco.
No sé qué va a pasar en el futuro. Seguiremos peleándonos con estos bichos incómodos. Seguro que vendrán más virus. Pero hemos desarrollado la infraestructura necesaria para que no nos sorprendan. Espero que, dependa de quien dependa, la siga manteniendo. Porque sabiendo que todos estáis ahí, estoy tranquilo, lo sacareis adelante de nuevo. Y será un placer si estoy a vuestro lado.
Estoy convencido que podemos saltar todas las hogueras. Por cierto, son fiestas de San Xuan en Mieres (je je).
Y como decían Les Luthiers: «hay dos palabras que te abrirán muchas puertas: Tire y Empuje». ¡Pues eso!
¡Sed malos!
Comentarios