Estoy seguro de que la mayoría de los europeos saben que hoy Rusia está celebrando la victoria contra el nazismo o, si preferís, que hoy es la fiesta de Putin, pero ¿cuántos sabéis que hoy es el día de Europa?
No me imagino la fiesta de mi pueblo (Torrescárcela, Valladolid) en la que el alcalde y los concejales se atrevan a reunirse en un lugar privado para celebrar la fiesta, mientras el pueblo tenga que esperar excluido en la plaza. Pues eso es lo que está ocurriendo hoy. Mientras los organismos oficiales europeos, con la satisfacción ficticia de un deber que ni de lejos está cumplido, celebran la fiesta de Europa, los ciudadanos tienen que ir al trabajo, sin enterarse siquiera del día en que nos encontramos ¿Cuántos europeos han oído hablar de Robert Schuman, ¿Para qué se creó la UE? ¿Qué pretende la UE? ¿En cuántas escuelas o universidades se hablará hoy de la integración europea, que es el mayor proyecto de paz de todo el siglo veinte y el intento más ilusionante de toda la historia de Europa?
Una fiesta a la que el pueblo no está invitado, no es fiesta.
Centenares de cadenas estatales y regionales de radio y televisión, que se nutren opíparamente del erario público, y quizás estén recibiendo dinero de la UE para poder subsistir, nos hablarán de futbol, nos hablarán de toros, de famosas/os y de los divorcios de estos/as, pero apenas nos dirán algo de la integración europea
No, no miremos a Bruselas, para echar la culpa al otro, como se suele hacer en política. No, no es Bruselas la interesada en tener fuera de juego a los ciudadanos. Llamemos por su nombre al culpable. Son los «gobiernos de los Estados miembros», es decir el Consejo de la Unión y el Consejo Europeo. Son ellos los que tienen la competencia en materia de educción y de formación. Son ellos los que podrían haber declarado hoy fiesta nacional, suprimiendo, si es necesario, otras muchas fiestas que nos recuerdan guerras y enfrentamientos fratricidas.
La Europa que celebra hoy la fiesta es la Europa de los políticos, no la Europa de los ciudadanos.
Y sin embargo hay una integración europea, una UNIÓN EUROPEA que discurre por caminos distintos de la Europa de los políticos, una integración auténtica, que me recuerda otra que empezó en la Edad Media y que ha perdurado hasta nuestros días, una integración que llenó de arterias el mapa de Europa, por donde fluía sin fronteras el comercio, la cultura, la sangre y la vida de la Europa medieval. Esa Unión Europea era y es la Europa del Camino de Compostela
El Camino de Santiago perdura porque fue y sigue siendo un movimiento ciudadano. Un viaje sin pasaporte, un acontecimiento de convivencia y de integración ciudadana que nos está indicando cómo debe ser el camino de UNIÓN EUROPEA y cuál ha de ser el papel que debe jugar en ella el ciudadano. Mientras la integración europea sigue estancada por estar exclusivamente en manos de los políticos, el camino de Santiago perdura durante siglos por ser un camino ciudadano.
Hay otro camino por donde circula también la integración ciudadana en Europa: el Programa Erasmus. Un camino que debería ser ampliado al mundo laboral e incluso a los alumnos de enseñanza media y de primaria. Erasmus surgió como una vía ciudadana en 1987 por iniciativa de la asociación estudiantil AEGEE Europe, fundada por Franck Biancheri.
La Generación Erasmus ha asimilado los valores europeos como propios, creando puentes entre gente de ideas y costumbres diversas, y fomentando un entendimiento intercultural y el concepto de ciudadanía europea,
Estos dos caminos, el camino de Santiago, y el camino Erasmus, han sido después apoyados tanto por la Comisión Europea, como por los gobiernos nacionales. Es este apoyo a las iniciativas ciudadanas, esta colaboración entre ciudadanía y política, lo que debe llevarnos a una auténtica UNIÓN EUROPEA.
Una tercera arteria por donde podría haber fluido la vida europea era el hermanamiento entre ciudades, pero esta arteria, tan prometedora en sus inicios, ha quedado obstruida por haberse adueñado de ella los políticos y haber excluido a los ciudadanos.
Y hay una cuarta arteria, y quizás la más importante y más numerosa, pero que políticamente está totalmente descuidada e incluso abandonada: el camino de la emigración, una arteria por donde discurren anualmente millones de personas, simples trabajadores unos, y profesionales cualificados otros, que movidos o por la necesidad, o por el deseo de una mejor calidad de vida, abandonan su ambiente familiar para trabajar en otra región o en otro país que no es el suyo.
Es hora, y es de justicia, que se reconozca en algún momento la gran aportación de los emigrantes del Sur de Europa (sin excluir a los emigrantes de otras partes del mundo), actualmente de los emigrantes de todos los países pobres de la UE, y, en menor medida también, de los trabajadores emigrantes de los países ricos de la UE, a una auténtica integración europea de calidad. Millones de ciudadanos que han echado raíces en un país distinto de su país de origen y que se sienten también ciudadanos de su país de acogida. Millones de ciudadanos europeos que, a través de los emigrantes, han entablado lazos de amistad con otros ciudadanos y otros países a los que ya no quieren llamar extranjeros.
Hoy termina la fecha para que los ciudadanos podamos presentar ideas sobre la Unión Europea que queremos. Alabo la iniciativa, tanto de la Presidenta de la Comisión, como del Parlamento Europeo, pero tengo mis dudas sobre el sistema utilizado para conocer la opinión de los ciudadanos. ¿Se tendrán en cuenta las iniciativas presentadas? Claramente ya nos han prevenido de que ni la Comisión ni el Parlamento Europeo están obligados a tenerlas en cuenta ¿Cuántos de vosotros sabíais que existía esta posibilidad? Si no os ha llegado la invitación, es como si no estuvierais invitados.
Cientos de millones de ciudadanos no invitados mañana a la fiesta de Europa. ¿Tendremos que crear acaso nuestra propia fiesta de Europa? ¿Tendremos que hacer del Camino de Santiago el camino de la integración europea y celebrar el día de Santiago ? 25 de julio- como el día de Europa? De momento, yo quiero pasar mi última iniciativa: que en el futuro no se olviden de invitar a los ciudadanos a la fiesta.
Comentarios