China y sus difíciles equilibrios

Xoán Miguel Castro PERIODISTA. TRABAJÓ EN CNN INTERNACIONAL

OPINIÓN

SPUTNIK

31 mar 2022 . Actualizado a las 09:05 h.

Algunos profetas fatalistas han proclamado un conflicto entre dos mundos, entre dos formas de entender el gobierno y la sociedad: la autarquía y la democracia liberal. Pero esta visión no ayuda a la resolución del problema bélico actual, sino que implica potenciales peligros, invocando el fantasma de la Guerra Fría y, con ella, la teoría del dominó. En este caso, el próximo dominó tras Ucrania sería Taiwán. Pero esa visión cae en aquel maniqueísmo que creó el «eje del mal» de G. W. Bush, ayudando a unir a Rusia y China.

La relación entre Xi y Putin ha merecido un análisis desde el inicio del conflicto en Ucrania. Puede parecer evidente el interés mutuo en asociarse para contestar al poder hegemónico americano. Además, los momentos de crisis permiten actuaciones políticas que en momentos normales son imposibles, como la toma de Taiwán (y tal vez la sospecha de que el «ascenso pacífico de China» no fuese tan pacífico se confirmase finalmente. ¿O no?).

En su discurso ante la ONU, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, reafirmó la condición de Ucrania de «estado soberano reconocido por las Naciones Unidas». El objetivo fue apelar al apoyo internacional; pero tal vez también recurrir a la necesaria mano izquierda en diplomacia con un mensaje velado a China: esta situación nada tiene que ver con Taiwán. Por eso la clave de «estado soberano reconocido» es importante. Ucrania se aferró a ella y ha ejercido su soberanía para irse separando del CEI ruso-céntrico y gravitando hacia la UE. Por otra parte, Taiwán perdió la oportunidad de oro en los años 50 por aferrarse al asiento de China de la ONU hasta 1971, y no apelar al régimen internacional de administración fiduciaria, que establecía la posibilidad de autodeterminación para países que acabasen de separarse de un «ocupante enemigo», en su caso Japón.

Taipei ha declarado que Ucrania y Taiwán no pueden ser comparados: especialmente por la posición geográfica estratégica de Taiwán y su sector tecnológico. En lo que prefirió no reparar fue en el reconocimiento de cada uno dentro de la ONU. También en China, los ciudadanos están sorprendidos por la inusual falta de claridad en el otrora claro mensaje del Gobierno. El Ejecutivo chino sabe que se puede ganar mucho a través de ambivalencia y dualismo, como ha hecho tradicionalmente con su apoyo a la República Popular Coreana.

La relación entre China y Rusia es compleja. Una historia de intereses comunes y otros encontrados. Ahora les une aquel «el contrincante de mi contrincante es mi aliado», pero les separan tantas otras cosas que debemos explotar. China tiene mucho más que perder en un potencial desmoronamiento del orden económico mundial. Quizá se preste a apuntalar la paz a través de la diplomacia… siempre que le rinda capital político internacional.