Teodoro García Egea ha pasado en un suspiro de casi todo a casi nada, aunque es cierto que muchísimos españoles darían un ojo de la cara por disfrutar de ese casi nada. Brazo ejecutor de Pablo Casado, y así le lució el pelo de la barba al imposible líder del PP, el señor García es ahora diputado raso. Cosas de la vida, cuánto le durará esta prórroga bastante bien pagada lo decidirán Gabriel Rufián o Pedro Sánchez. Mientras tanto, el excampeón Teodoro pasea desde el escaño su mirada lastimera. La disposición de la mascarilla, que de nada vale si los orificios de la nariz campan a sus anchas, es una muestra de lo descolocado que sigue el hombre que lo fue todo en el PP cuando el PP se empeñaba en no ser nada. Ay, pensará, si hubiera aprovechado el tapabocas para cerrar la boca. Teodoro tiene la mirada triste del gato que vivió confundido creyéndose un león, el rey de la selva popular. Ahora, no le queda otra que aprender a maullar.
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