Ante la incertidumbre, soberanía

OPINIÓN

F. Sotomonte

25 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Inestabilidad, tienes nombre de milagro, escribía Abraham Gragera. Supongo que porque el milagro es no caer en ese funambulismo. Inestabilidad, precariedad, vulnerabilidad. Algo que cada vez interpela a grupos más grandes de población. Se llama incertidumbre. No saber qué va a pasar con el precio de la luz, o de la compra, o de la gasolina. No saber si habrá posibilidades de futuro para que tus hijas o tus nietos no se tengan que ir de Asturies a la fuerza. No saber si tendrá sentido trabajar hoy o será a pérdidas. No saber cuándo podrán hacerte la prueba mientras algo en tu cuerpo va haciendo tic-tac, tic-tac. La incertidumbre porque hemos pasado una pandemia, porque hay una guerra con consecuencias desgarradoras allí y difíciles aquí. 

Hay preguntas y futuros para los que no podemos tener respuesta. Pero sí hay seguridades que un gobierno que tenga a la gente en el centro de sus políticas puede y debe ofrecer. Garantizar los suministros, los servicios públicos, el acceso a los productos esenciales. Y para todo esto encontramos un término, soberanía, con apellidos: alimentaria, energética, industrial. La capacidad de decidir y de gestionar aquello que un gobierno tiene que garantizarle a la ciudadanía. En Asturies tenemos capacidad industrial, condiciones para producir energía, materia y conocimiento para alimentar a la población. 

La pandemia nos demostró muchas cosas. Una de las más evidentes fue que un país, un estado, industrialmente dependiente afronta mucho peor una crisis, del tipo que sea. La guerra nos muestra lo mismo con los combustibles y la energía. La respuesta, más allá de la coyuntura, más allá de actuar rápido y con justicia ante las demandas de las personas autónomas y las pequeñas empresas del transporte, de las productoras agroalimentarias… tiene que pasar estratégicamente por el autogobierno.

Por eso, y sin perder de vista una reclamación 40 años postergada, como es la oficialidad de las lenguas propias de Asturies, es el momento de favorecer ese autogobierno en Asturies abriendo la reforma del Estatuto de Autonomía. Para abordar las necesidades de asturianas y asturianos es preciso hacerlo desde cerca y por eso es necesario tener una herramienta como el Estatuto, actualizada para reconocer el derecho al agua -y que no se pueda especular ni vincular a casos de corrupción-, blindar los derechos sociales, acometer por fin una regeneración democrática que haga más ágiles, más útiles y las instituciones y menos apesebrados a sus representantes. 

Porque ante la incertidumbre, las garantías tienen que empezar por cubrir las condiciones materiales con autonomía, con participación democrática y con dignidad. Superemos esto, ese alambre funambulista en el que toca hacer equilibrios, del que es fácil caer, no con milagros, que decía el poeta. Superémoslo con política útil y cierta.

La respuesta a la incertidumbre no es la antipolítica que algunos promulgan con neones y palabras a todo volumen. La respuesta a la incertidumbre es la soberanía del pueblo, de las personas trabajadoras, de las familias. Dejar de ser dependientes de quienes usan políticas extractivas sobre nuestra tierra, nuestros recursos, nuestro tiempo y trabajo. Tener soberanía para trazar un horizonte cercano y con certezas.