Vivimos en un país que llega con 20 o 30 años de retraso a casi todo, a remolque de lo que se va haciendo en Centroeuropa. En Asturias, quizás por aquello de las periferias, aún peor en la mayoría de los casos. Y en algunas cuestiones que íbamos en cabeza, en lo que va de siglo lo hemos (más bien, lo han) estropeado. Los fondos europeos son una oportunidad única, pero no para que pase como con los fondos mineros sino para situarse a la vanguardia de la lucha y adaptación al cambio climático. Para eso hace falta dejar de mirar atrás y olvidarse de la mentalidad oportunista y del dinero fácil.
Todo esto viene a cuento por las frecuentes noticias que intentan justificar la necesidad de abrir la regasificadora de El Musel, como si no hubiera sido suficiente el despilfarro multimillonario de la construcción de una instalación innecesaria (120 millones de euros en 2018). Queremos dejar constancia de lo absurda que resulta esa idea y lo hacemos con seis argumentos muy claros:
1- Hay una sentencia firme del Tribunal Supremo que dice que se construyó ilegalmente. En lugar de demolerla se buscan argumentos para bordear la ley y legalizarla, pero sin un proyecto firme encima de la mesa.
2- Hoy día hay que invertir en energías limpias y renovables, en lugar de hacerlo en combustibles fósiles. Dejemos de añorar lo que fue o lo que pudo ser y construyamos un futuro que merezca la pena. El Plan Estatal de Energía y Clima, PNIEC, deja bien clara la estrategia y la regasificadora iría en sentido contrario. Además, está comprobado que en España hay un exceso de regasificadoras y por eso nunca hizo falta la de El Musel (ni alguna otra).
3- Estamos comprobando qué es lo que pasa cuando se depende de según qué países para abastecerse de combustibles, alimentos y hasta microchips. La regasificadora nos haría más dependientes de los grandes productores de gas: Estados Unidos, Rusia, Irán, Catar, Arabia Saudí…; no suena para nada tranquilizador.
4- Si el dinero que se invirtió en la construcción se hubiera invertido en desarrollar las energías renovables con un modelo distribuido (por ejemplo colocación masiva de placas solares en viviendas, edificios públicos y naves industriales) o en I+D+I para mejorar la eficiencia energética de procesos industriales, seguro que la crisis que estamos viviendo sería muy diferente.
5- El último plan conocido para intentar dar uso a esas instalaciones era su regularización para usarlas para almacenaje de hidrógeno verde, que es como denomina al procedente de energías renovables. No es que nos guste el plan, porque vemos la burbuja del hidrógeno verde que se avecina, pero al menos estaría alineado con el PNIEC.
6- Lo que escuchamos estos días no son más que especulaciones de engañabobos, aprovechando la incertidumbre por la crisis del gas ruso y los elevados precios de los recursos energéticos fósiles y de la electricidad. Pero si se intentara restaurar esa instalación ilegal, seguro que para cuando estuviera disponible la coyuntura sería bien diferente y estaría fuera de lugar.
Sabemos que el futuro a medio plazo pasa por la generación de energía sostenible de forma descentralizada, en pequeños nodos, en lugar de en grandes instalaciones, lo que permitirá ser autosuficientes a escala local; también contando con los avances en bioconstrucción, eficiencia energética y reducción del consumo. En eso tenemos que invertir, no en resucitar momias.
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