El espectro político desde Arrimadas a Ortega Smith no desperdiciará ni un solo voto en las provincias pequeñas, la fórmula imprescindible para ganar las elecciones en España
10 mar 2022 . Actualizado a las 19:15 h.Nadie se lo reconocerá, pero Casado le ha prestado un grandísimo servicio al Partido Popular, permitiendo la llegada del todavía presidente de la Xunta a Madrid y acercando a los populares a una Moncloa que hace un mes tenían a años luz de distancia. Feijoo es un aspirante que el simpatizante del PP valora muy bien, con un tono que anhelaba. Un candidato totalmente aceptable para el votante en retirada de Ciudadanos y complementario con Vox y las familias más ultras del barrio de Salamanca. Esta difícil cuadratura del círculo permitirá que el espectro político desde Arrimadas a Ortega Smith no desperdicie ni un solo voto en las provincias pequeñas, la fórmula imprescindible para ganar las elecciones en España.
En su debut en la capital, Feijoo ha sido bendecido por los grandes popes de la radio y la prensa madrileñas, sin necesidad de posicionarse ideológicamente como paloma o halcón, sino meramente denunciando la incompetencia del dúo Casado-Teodoro.
Feijoo entra en escena en el momento exacto, justo a tiempo para conservar la esperanza de ser lo nuevo y sin haber tenido tiempo para defraudar mostrando ser más de lo mismo. En la edad perfecta. Ni demasiado joven ni muy mayor. Y con una experiencia en gestión pública y (más o menos) privada que permite redactar una hoja de servicios aparentemente impecable. Solo le falta negociar con Espe y Aznar, cosa que probablemente ya ha hecho, para que convenzan a MAR de que ahora toca entretener a Ayuso con sus cosas madrileñas.
Enfrente se va a encontrar a un Sánchez muy confiado, cuyos cambios de opinión nunca explicados no le han costado hasta la fecha ningún peaje. Pero eso no tiene por qué durar para siempre. Frente a sus aciertos de gestión, Sánchez no ha sabido presentar sus alianzas con ERC y Bildu como asuntos meramente transaccionales, algo que sí hacen cada día Rufián y Otegi. Además, no ha logrado cuajar una imagen de marca como la «España va bien» de Aznar. Y aunque podría completar el eslogan («Vamos bien, mejorando socialmente»), tiene frente a sí un escenario diabólico, con el litro de gasoil en dos euros y la mayor incertidumbre geopolítica desde la caída del Muro.
A su vez, a Feijoo le van a mirar en Madrid hasta la última factura de la última ropa interior. Además, tiene por delante el melón de Vox en Castilla y León, aunque siempre podrá alegar que no lo abrió él. Y las autonómicas y locales del año que viene, saco en el que también meterá a Moreno Bonilla. Pero el hombre que apaciguó a los Baltares no debería tener problema para mantener la paz interna y conservar su relato al menos hasta las generales. El del político dúctil que siendo joven votó a Felipe y Aznar, y que fue leal a Sánchez en el peor azote del covid.
Así que Alberto y Eva dormirán en la Moncloa. La apuesta es tan gratuita como arriesgada. A día de hoy no sabemos cuántas bombas atómicas eventualmente caerán sobre nuestras cabezas los meses venideros. Pero nos atrevemos a opinar que Feijoo será presidente del Gobierno en dos años.Y que si no lo hace bien, en una «España de posguerra», con el personal hasta el gorro de los populismos y, aislado Putin, con el viento del capitalismo mundial de cola, no tendrá perdón de Dios. Y le vaya bien o mal, siempre podrá replicar el viaje de Fraga y volver a Galicia.
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