Ayer nos levantamos, lamentablemente, con la noticia del inicio de una nueva guerra a las puertas de la Unión Europea. Pese a los intentos por resolver las diferencias por la vía diplomática y evitar un desastre humanitario con el exilio y la muerte de población civil inocente, Rusia ha comenzado a invadir Ucrania, lo que ha provocado la más dura de las condenas de los países, sobre todo occidentales (luego hay otros, como China, que se han puesto de perfil por ahora. Se piensa que estén planteando algo parecido con Taiwán). Mucho se habla de las consecuencias que podría crear toda esta situación, especialmente en lo relativo a la energía, lo que conllevaría una subida de precios que notaríamos en nuestros bolsillos. Por lo pronto, desde la UE y desde Estados Unidos se han anunciado sanciones severas contra Putin por violar la legalidad internacional. En mi opinión es indefendible apoyar a un imperialista que se cree que todo es suyo y que no respeta la soberanía nacional de un país como Ucrania, aunque soy consciente de que el fuerte sentimiento nacionalista ruso le ha permitido tirar de la geopolítica para actuar de esta manera y hacer así frente a la OTAN, evitando que avance su influencia más kilómetros alrededor de la frontera con Rusia (ya no les gusta nada que estén dentro de la Alianza Atlántica la República Checa, Hungría, Polonia, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia). Veremos qué camino lleva la situación, porque también hay quien piensa que el fuerte despliegue militar permitirá ocupar el país muy rápido, así que lo bélico podría estar más bien en el campo comercial (podríamos, por tanto, estar más en un escenario de guerra económica que de conflicto armado).
Igual de televisada que está siendo la guerra en Ucrania lo es el culebrón en el que está sumido el PP. No sé si habrán terminado las hostilidades hasta que llegue el congreso extraordinario anunciado para principios de abril, pero a mi manera de ver la crisis se ha cerrado en falso. Yo no me explico el cierre del expediente informativo a Ayuso con todo lo que dijo Casado en la COPE sobre el famoso contrato de las mascarillas. De todas maneras, todo ha pasado muy rápido y no han sido pocos los cambios de bando. Al principio de las desavenencias parecía que Pablo Casado tenía el apoyo mayoritario de la organización (por el respeto que se le debía como máximo dirigente), pero esa situación cambió de la noche a la mañana. No hay nada peor en la vida, y la política es parte de ella, que la deslealtad. Se puede estar a favor o en contra de las decisiones que toma una persona, pero queda uno en el más absoluto ridículo cuando sus actuaciones y sus palabras parecen estar más justificadas en mantener su puesto que en manifestar lo que de verdad piensa de las cosas. Aunque yo sea una persona muy crítica con el PP, no creo que sea bueno para España que el primer partido de la oposición se encuentre en esta situación. En el acuerdo que llegó Casado con los barones regionales ha permitido que le invadan su poder (ahora mismo es más bien un Presidente en funciones), mientras que Egea terminó por dejar su responsabilidad como secretario general. Feijoo parece que tendrá la alfombra roja para tomar las riendas, así que se abre una nueva etapa para el PP con el objetivo de que Vox no se aproveche de su actual debilidad.
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