Si bien los últimos acontecimientos en el plano diplomático y los reiterados avisos a Rusia parecen rebajar las posibilidades de una guerra convencional en Ucrania, siempre es conveniente ponerse en lo peor y, por lo tanto, intentaremos hacer una previsión del impacto económico que podría tener.
Es evidente que ya estamos pagando una factura por la escalada de tensión a la que estamos asistiendo en Ucrania. Hay tres materias primas que han visto disparase su precios en los últimos meses: el gas natural, el petróleo y el trigo. El trigo ha subido más del 25 % desde el mes de abril del 2021, en el que Rusia comenzó a trasladar tropas a la frontera con Ucrania. El gas natural ha visto subir sus precios un 64 % y el petróleo, más del 40 %. Lo que ha llevado la inflación de la eurozona y de nuestro país a niveles históricamente altos, lo suficiente para impactar notablemente en la recuperación económica tras la crisis del covid, en el 2021. Se estima que los incrementos del precio de la energía han impactado en torno al 0,5 % del PIB de la eurozona en el 2021, un 0,7 % en nuestro país.
En el momento de escribir estas líneas, el escenario más probable es que la tensión continúe al menos unos meses más, lo que seguirá manteniendo los precios del gas natural, el petróleo y el trigo en niveles altos. Lo que implicaría un doble coste para las economías europeas. Por un lado, los altos costes de las materias primas mencionadas, que tienen un impacto de en torno al 0,1 % del PIB por cada mes que continúe la tensión, es decir, hasta un 1,2 % de menor crecimiento del PIB si durase todo el año, el 1,5 % en nuestro país. Y por otro lado, y más gravoso, su impacto en los precios de un 0,22 % del PIB por mes, lo que arrojaría una subida del 2,5 % para todo el año. Lo que significaría un impacto adicional en el PIB del 1,3 % para la zona euro y del 1,7 % para nuestro país. En total nos jugamos un 2,5 % y 2,7 % del PIB de la zona euro y nuestro país, respectivamente.
Si el conflicto se recrudece, los costes se dispararán, y entrar en una espiral de sanciones económicas no beneficiará a nadie. Ya que, por mucho que Rusia pudiera salir más perjudicada, Europa también se vería impactada de manera sensible, en varios puntos del PIB. De los implicados, EE.UU. es el que menos se juega desde el punto de vista económico, pero de los que podría tener un mayor coste reputacional, si no consigue atenuar el conflicto de manera clara y duradera. Pero al igual que el resto del mundo, el gigante norteamericano también pagara una factura económica en forma de mayores costes de la energía, materias primas y alta inflación. Ni que decir tiene que una mala actuación de EE.UU. que alimentase de manera directa o indirecta las pretensiones de China sobre Taiwán tendría un coste económico mucho mayor para todo el mundo. El país asiático y sus empresas son los responsables de la fabricación del 80 % de los dispositivos electrónicos de los que depende la economía global.
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