El PP ha saltado por los aires. Y tiene difícil arreglo la diabólica situación que atraviesa. De hecho, podría considerarse que se ha llegado a un punto de no retorno en el que no puede haber un final sin que, bien Casado, bien Ayuso, mueran políticamente. El PP ya no puede sostenerse como una alternativa de Gobierno mientras no resuelva la grave crisis de liderazgo por la que atraviesa. Porque los últimos acontecimientos entre Génova y Puerta del Sol no dejan de ser eso, un asunto de quién manda en el principal partido de la oposición en España.
La cohabitación de Ayuso con Casado y García Egea se ha hecho tan insoportable que nos ha llevado a un escenario inaudito, que es el de que el PP, que tantas veces ha negado la mayor en temas de corrupción, dé veracidad a unas acusaciones o rumores sobre una miembro relevante de sus filas que de momento no se sustentan en papeles. El Partido Popular abre expediente informativo a Isabel Díaz Ayuso y pone en solfa su honestidad al colocar sobre la mesa la posibilidad de que el hermano de la presidenta madrileña hubiera cobrado cerca de 300.000 euros por una mediación en un contrato adjudicado por la Comunidad de Madrid a una empresa. Se trataba de una compra de mascarillas por importe de un millón y medio de euros.
La situación ha llegado a tal punto de ebullición que Casado ha decidido someter a su formación a un brutal estrés y a un desgaste enorme que puede tener unas consecuencias electorales futuras de incalculable valor. Y todo ello por no haber sabido frenar con anterioridad las ambiciones de uno de los baluartes territoriales del PP.
Lo cierto es que ahora todo el mundo alrededor de los populares se está frotando las manos asistiendo atónito ante un espectáculo que acabará en funeral. A Pedro Sánchez es fácil imaginársele compartir risas en su gabinete viendo cómo la principal alternativa al poder se desintegra rápidamente. ¿Y Vox? Si en la formación de Abascal estaban exultantes con los resultados cosechados en Castilla y León, ahora hacen cálculos sobre un hipotético sorpasso a los populares.
Obviamente, la madre del cordero es saber si hubo corrupción y si esta salpica o no a la presidenta de Madrid. Pero la realidad es que este pequeño detalle quedará sepultado por el ruido de la polémica y los cañonazos de la guerra abierta.
Ahora mismo, Casado es el que más tiene que perder porque si no es capaz de someter a una dirigente díscola, ¿cómo va a ser capaz de presidir España? Haga lo que haga, tiene mala salida. Si expulsa a Ayuso de su partido, la erosión del PP será enorme. Y si Ayuso se sale con la suya y vence el pulso, Casado tendrá los días contados.
Mientras, algunos volverán la mirada de nuevo hacia esta esquinita del Atlántico para ver la reacción de Feijoo, quien seguro que observa con preocupación la deriva que lleva su partido.
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