El PSOE pactó con el PP que todos sus diputados votarían a favor de Enrique Arnaldo, propuesto por los populares para el Tribunal Constitucional, y, a cambio, el PP apoyaría a los elegidos por el PSOE. El diputado socialista Odón Elorza mostró su desacuerdo. Pero faltó a la verdad a la prensa y a la dirección de su partido, diciendo que acataría la disciplina y votaría a favor de Arnaldo «con una pinza en la nariz». Ocultó lo que iba a hacer. Votó en contra y después de la votación reveló que no había acatado la orden de su partido. Los dos diputados de UPN, Sergio Sayas y Carlos García Adanero, hicieron exactamente lo mismo. Discreparon del pacto de UPN con el PSOE para aprobar la reforma laboral. También faltaron a la verdad diciendo que acatarían la disciplina de voto aunque no lo compartían. Al final, votaron en contra y después lo revelaron. Elorza justificó lo que hizo diciendo que «el Parlamento no se puede convertir en un decorado» y los diputados deben tener «más libertad de acción» y no solo «hacer felices a sus partidos». El PSOE ha llamado «tránsfugas», «traidores» e «indecentes» a los dos diputados de UPN, suspendidos por su formación. Pero no ha sancionado a Elorza, que sigue siendo diputado y se ha convertido en un referente moral para la izquierda.
El pasado mes de enero, el actor Javier Bardem afirmó en la gala de los premios Feroz que su actuación en la película El buen patrón, en la que interpreta —magistralmente, por cierto— a un empresario sin escrúpulos morales que se hace pasar por un hombre bueno, estaba inspirada en parte en Juan Carlos I, «que es tan campechano» y luego defrauda a «la Hacienda pública». «Joder, qué gracioso es el cabrón», pero «esperemos que la Justicia, sin embargo, algún día le cierre la puerta en las narices», dijo después en una entrevista. A día de hoy, el rey emérito no ha sido enjuiciado en ninguna causa. En el 2017, el Supremo confirmó la condena a Javier Bardem por defraudar a Hacienda. La sentencia deja claro que creó una sociedad, de la que era administrador único y socio único, con el único objetivo de evadir impuestos. La izquierda radical llama a Juan Carlos I «delincuente», «sinvergüenza» e «indigno». Y convierte a Bardem en un referente moral.
En mayo del 2019, la concejal de Cs en Madrid Begoña Villacís, embarazada de nueve meses, fue acosada e increpada en plena calle. Dos días después, dio a luz. Podemos dijo que aquello no fue un escrache, sino una «movilización». Pablo Iglesias fichó luego para su candidatura en Madrid a una de las acosadoras de Villacís. Iglesias apoyó también el escrache sufrido por la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría en la puerta de su casa, en la que se encontraba con sus hijos, y en el que participó Jorge Verstrynge. Aquello era, según Iglesias, «jarabe democrático». El pasado miércoles, Iglesias y la madre de sus hijos, Irene Montero, declararon en el juicio contra un periodista al que denunciaron por acoso y para el que piden dos años de cárcel y 10.000 euros de indemnización. «Teníamos miedo», le dijeron al juez.
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