Dos Españas

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

OPINIÓN

Manuel Lorenzo

31 ene 2022 . Actualizado a las 08:54 h.

Hubo un momento. De verdad, lo hubo. Un destello dorado en el último picado, la mano acunando un pecho que se reivindica, el dueto desgarrado que surge del averno pocas horas antes del duelo final. Hubo un momento. Caían con fuerza las últimas arenas con aroma a topicazo de flamenco y paella ante una sociedad que sí, que camina, avanza, muta y se adapta. Lo hubo, de verdad. Un instante en el que el debate se polarizaba entre la reivindicación ¿feminista? del indie catalán y una canción que venía a recordar que por mucho que hayan intentado echar tierra, este país nunca, jamás, de ningún modo ha sido ni será un monolito cultural.

Y se sacudían con gracia las rivalidades estériles, enfrentamientos inventados (aquí sí es pertinente un epíteto que sobró, y cómo, desde la primera semifinal entre artistas que iba cruzando de la mano la última frontera al más puro estilo Delacroix. Pero entonces, ay, tuvo que caer la guillotina, el cliché, el verso sobado de Antonio Machado sobre un un país que por mucho que lo intente, por más años que pasen, parece que siempre se acaba partiendo por la mitad. Una España anclada en el presente elegía bando entre el debate feminista (¿lo es reivindicar el esencialismo de la maternidad?) y una canción que por fin se apartaba del centralismo cultural. Y mientras, otra España, una todavía con cierto olor a naftalina, se impuso para colar(nos) en Turín la propuesta más rancia y más sexista dando un manotazo a los votos con un supuesto criterio profesional.