Reyes Magos, sí pero no

Pedro Armas
Pedro Armas PROFESOR DE LA UDC

OPINIÓN

AYTO FUENGIROLA

03 ene 2022 . Actualizado a las 08:54 h.

A los Reyes Magos unos escriben cartas y otros manifiestos. Los segundos intentan desmitificar su realeza aportando datos sobre su realidad. Demuestran que los reyes no eran reyes, ni eran tres, ni de tres razas. Se quedan con la cita de San Mateo, que no daba nombre ni número de unos magos que ni siquiera eran magos, sino clérigos aficionados a la astrología, que por eso venían siguiendo estrellas. Tampoco se llamaban Melchor, Gaspar y Baltasar; hasta que la Iglesia medieval decidió bautizarlos. No es seguro que hubiesen traído oro, incienso y mirra, un metal noble y unas resinas para ofrendas olorosas. Es seguro que Baltasar no fue negro hasta el siglo XV, cuando la Iglesia se percató de que tenía que atender a la pluralidad.

Sin embargo, en España la tradición caló en el imaginario intelectual y popular. La primera obra de teatro español fue el Auto de los Reyes Magos, pieza litúrgica del siglo XII. La adoración de los Magos fue objeto de cuadros de grandes pintores del Siglo de Oro (El Greco, Maíno, Velázquez, Zurbarán). Luego vendrían las cabalgatas, los roscones, los regalos... Por estos lares sobran los motivos ideológicos para estar a favor o en contra de los Reyes Magos.

Los republicanos están en contra, porque los reyes representan nada menos que a tres monarquías. Los socialistas están a favor, por no molestar a la monarquía y a la Iglesia. Los anticlericales están en contra, porque no eran reyes sino sacerdotes. Los comunistas están a favor, porque los tres reyes se arrodillaron ante un hijo de la clase trabajadora. Las feministas están en contra, porque los tres reyes eran hombres.

Los progresistas dudan si estar a favor o en contra de unos reyes que compiten con Santa Claus, símbolo de la expansión de la Coca-Cola y del imperialismo. Los anticapitalistas están en contra del consumismo derivado de tal festividad, tanto por las compras compulsivas en grandes superficies como por la obligación de dejar champán y turrón junto a los calcetines para que los Magos repongan fuerzas. Los populares, nacionalistas españoles, están a favor de conservar esta tradición en un país que debe ser la reserva cristiana de Occidente. Los nacionalistas republicanos están en contra, mientras otros nacionalistas periféricos están a favor, siempre que el roscón de reyes se llame tortell de reis. Los ultraderechistas están a favor, pero no ven bien tanto protagonismo de Baltasar, porque provoca un efecto llamada... Reyes Magos, sí pero no.