Loterías

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

benito ordoñez

21 dic 2021 . Actualizado a las 08:44 h.

Los lectores de esta columna estarán mañana con un ojo en el periódico y una oreja en el gori gori de los niños de San Ildefonso, esperando la subida de tono que anuncia un premio sustancial con el que recibir alguna alegría, una pedrea o una pedrada (lo más habitual).

Ese cántico lleva siglos abriendo la Navidad, llenando de ilusión y sueños las cabezas, aunque a la inmensa mayoría no nos toque nada y resolvamos la frustración con: «La mejor lotería es la salud y la economía». Pero este año, ni siquiera eso, porque la salud está otra vez asediada por este virus que ronda por casa, y la economía, hecha unos zorros.

Ni siquiera si nos toca un premio será desahogo de grandes planes, porque —tapar agujeros aparte— no está el ambiente para despilfarros, ni viajes exóticos, ni gastos extras con PCR y test de antígenos.

Puestos a hacer un plan de gastos extraordinarios, no se me ocurren otros que no sean esperanzas de poder fundirte el pastón más adelante, cuando ómicron se debilite y dispongamos de alguna tregua antes de que aparezca el siguiente mutante ladrón de ilusiones.

Y los niños de San Ildefonso cantarán con mascarilla frente un auditorio restringido de gentes disfrazadas de coronavirus. En este preámbulo cojo de unas Navidades a medio gas con festines en el congelador, belenes en urnas de cristal y telefelicitaciones.

No obstante, muchos viviremos la Navidad desde el recuerdo, porque esta solo es otra Navidad; la Navidad de verdad, esa que añoramos todos, solo existe en nuestra infancia. En ese tiempo en que estaban todos y no había bichos que nos amargaran el turrón.

¿Alternativas? Paciencia, dos huevos fritos con chorizo y a esperar estrellas desenmascaradas con PCR negativo.

La mejor lotería es la vacuna y la alcancía.