La democracia según el Papa Francisco

OPINIÓN

El papa Francisco, en una imagen de archivo, en la Plaza de San Pedro, en la ciudad del Vaticano
El papa Francisco, en una imagen de archivo, en la Plaza de San Pedro, en la ciudad del Vaticano FABIO FRUSTACI | Efe

12 dic 2021 . Actualizado a las 15:04 h.

El discurso en Atenas

1ª Parte

El 6 de diciembre último se publicó en Religión Digital un artículo que titulé «El llamado humanismo renovado  (Discurso del Papa en Atenas)», que está muy relacionado con el presente, siendo ambos de lo que pudiéramos denominar la doctrina social y/o política. Y en aquél, empezamos así:«En Roma no escucho todos los discursos papales, pero en Atenas y en Jerusalen escucho y releo todos». El alemán Hauke Brunkhorst en el Capítulo III de su Introducción a la Historia de las Ideas Políticas, que tituló La juridización de lo sacro, aludió a Max Weber.

Este sociólogo alemán, magistral en Sociología de las Religiones,  señaló los tres grandes logros evolutivos del mundo antiguo, que marcaron la totalidad de la evolución cultural del Oriente Próximo, y que fueron el monoteísmo judío, el derecho romano y la institución eclesiástica romana. Y añadió Weber lo siguiente: «la apropiación romana de la filosofía griega y la tradición bíblica crearon el específico racionalismo occidental». He ahí, pues la razón de las iniciales referencias a Roma, Atenas y Jerusalen, en el anterior artículo, fundamentales para lo cristiano.  José Montserrat Torrents, en «El influjo del pensamiento helenístico en la Teología cristiana» (1991), escribió: «Los primeros teólogos cristianos, enfrentados con la necesidad de ofrecer, si no una justificación racional, si por lo menos una exposición coherente de sus creencias, adoptaron con naturalidad los esquemas  filosóficos de su entorno». 

El interesante Discurso del Papa sobre cuestiones éticas y políticas,  también sobre la Democracia, fue pronunciado, a continuación del de la Presidenta de la República, y escribimos: «A la hora prevista, en Atenas, a partir de las 12,45 horas del día 4 de diciembre de 2021, se pronunciaron en el Palacio de la Presidencia de la República helénica -antes palacio Real, muy conocido por el Rey emérito don Juan Carlos de España-, los discursos de la Presidenta de la República, la jurista Katerina Sakellaropulos, y el del Papa Francisco, dentro del denominado «encuentro con las Autoridades, la Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático» de Grecia». 

Se añadió: «En la primera fila de la derecha, mirando al Papa, se situaron los tres cardenales que le acompañan en el viaje, las Eminencias Reverendísimas Parolín, Sandri y Koch, los arzobispos Peña y Gallagher de la Secretaría de Estado de la Ciudad del Vaticano, así como el arzobispo Presidente de la Conferencia Episcopal de Grecia, Mgr. Rossolatos, y el Arzobispo católico de Atenas, nombrado hace pocos meses, Mgr. Theodoros Kontidis, jesuita. Y en la primera fila de la izquierda se sentaron el Primer Ministro, su esposa y siguiendo luego los ministros; un Primer Ministro muy conservador,  de «Nueva Democracia», que sucedió en 2019 al radical de izquierdas, Alexis Tsipras, que, como suele ser habitual en los políticos muy de izquierdas, hizo, en el Gobierno, todo lo contrario a lo prometido». 

Es de recordar que en ese mismo lugar, el Papa Juan Pablo II, el día 4 de mayo de 2001, había pronunciado otro Discurso, en el que, a diferencia del pronunciado, ahora, en 2021 por Francisco, no hubo alusiones a conceptos políticos y filosóficos tan de la Grecia clásica como la democracia. También escribimos en Religión Digital: «Ambos papas hicieron bien en no «pasarse» en una supuesta identificación entre el pensamiento griego y el judeo-cristiano, pues una cosa es admirar y reconocer la excelencia y profundidad del pensamiento  helénico, y otra es no ver las profundas diferencias entre uno y otro pensamiento». 

Y añadimos entonces que «eso ocurre con lo tan esencialmente cristiano que es la resurrección en general y de Cristo en particular, que fue rechazado con radicalidad por el mundo griego, siendo dispares los conceptos de muerte en Grecia y Judea. Unos atenienses que, como recordó el papa, llamaron insensatos (dementia) a los cristianos que creían en la resurrección, y que por eso mismo calificaron de «charlatán» a San Pablo (Hechos de los Apóstoles, 17:18,32)». Y lo complementamos ahora con la referencia a lo escrito Hauke Brunkhorst en el capítulo II de su libro indicado sobre Atenas y Jerusalem, que es lo siguiente: «Así como la filosofía griega se inicia con el asombro ante el hecho de que hay algo y no más bien la nada, la Biblia empieza con el temor a Dios que ha creado todo lo que hay».  

Y dijo el Papa, muy importante sobre la Democracia:

 «Aquí, en Atenas, nació la Democracia». Recordó que el hombre adquirió la conciencia de ser «animal político» y que, por ser miembro de una comunidad, es un ciudadano, no sólo un sujeto; un miembro activo de la «Polis». Y una «Polis» ?añadió- que requiere la participación y colaboración de todos: su implicación activa en lo común, con prioridad a los más débiles. 

Democracia ?continuó- que en muchos lugares está en retroceso, y asediada por autoritarismos que son expeditivos o por populismos que son de fáciles recetas, -se refirió en la rueda de prensa que se celebró, posteriormente, volando ya de regreso a Roma el 6 de diciembre, al que denominó «populismo nazi-. Democracia también asediada por pérdidas de identidad, el alejamiento de las instituciones y la burocracia. «La política es cosa buena, siendo arte del bien común», precisó, y más que hablar de derecha e izquierda, dijo que habría que preocuparse de ir hacia adelante, no a los lados, en la busca de la Justicia social. 

Y Democracia -dijo en el Discurso de 4 de diciembre- que es requisito, uno entre varios, junto al cuidado de los otros, de los pobres y de la Creación, para un humanismo renovado.

De las palabras de Francisco sobre la Democracia, que forman parte de eso tan complicado que fueron las turbulentas relaciones entre el Papado y la Democracia, que analizaremos después, se destaca:

a).- Que, para Francisco, la Democracia es más, mucho más, que un régimen político; es mucho más que una forma de elegir a los gobernantes o una forma de gobierno.

b).- Que, también para Francisco, la Democracia, en escritura de  René Heyer, profesor de ética y de teología moral de la Facultad de teología católica de Strasburgo, «desborda  el campo cerrado  de la política hacia otros tipos de actividades, o bien introduce en su seno  elementos no directamente políticos, como lo social» (Diccionario enciclopédico de Ética cristiana (2013). Eso explica las fronteras dudosas de eso llamado la Doctrina social de la Iglesia.

Henri Bergson, en 1932, escribió: «la democracia es esencia evangélica». No obstante ello, la relación entre la Democracia y la Iglesia católica, o entre el Papado y la Democracia, no han podido ser más tormentosas en todos los tiempos, y en especial en la llamada Modernidad, denunciándose la oposición entre el saber popular y el origen divino de la Autoridad, entre la denuncia de la pobreza y un sistema económico (capitalismo) y un sistema político (democracia), que buscan ir juntos, y entre relativismo y gobierno popular.

En la segunda parte (2ª), después de referirnos al turbulento y post/revolucionario siglo XIX, nos detendremos en ese impactante Radiomensaje de Pío XII («Por sexta vez, desde el comienzo de la horrible guerra»), titulado Bernignitas et humanitas, pronunciado el 24 de diciembre de 1944 por Pacelli, el diplomático. Pasaremos sobre la omisión de la palabra Democracia en los textos del Concilio Vaticano II, el del Aggiornamento,  y así hasta llegar a los últimos papas, Francisco incluido.