El Gobierno de Pedro Sánchez parece haber superado las diferencias de criterios que se sucedieron a cuenta de qué hacer con la reforma laboral. Excelente noticia porque el objetivo se encamina definitivamente a una nueva legislación que deje de perjudicar a la clase trabajadora y satisfaga a todos los agentes sociales. La noticia se produce justo cuando los presupuestos generales del Estado siguen su curso tras el fracaso de las enmiendas a la totalidad presentadas por los partidos de la derecha, cuyos dirigentes estuvieron muy insultantes en sus discursos contra María Jesús Montero. Ahora empieza otra fase por la que el PSOE y Unidas Podemos se tendrán que poner de acuerdo con los grupos parlamentarios más propensos a dar su sí con la vista puesta de que queden definitivamente aprobadas las cuentas antes de que comience 2022.
Cuando mejor le iba al PP en las encuestas parece que desde dentro hay ganas de poner zancadillas. Las tensiones que se están sucediendo por el control del partido en Madrid podrían provocarle más de un disgusto a Casado. Los mentideros aseguran que la dirección nacional no quiere a Ayuso al frente de la formación en la comunidad (imagino que con el que intentar amortiguar un posible intento de la presidenta madrileña por hacerle sombra al máximo dirigente de los populares). Almeida, por mucho que se esfuerce en ser cauto y decir que no toca hablar de un congreso (por ahora sigue sin fecha marcada) está asumiendo un papelón del que no sé muy bien cómo saldrá, porque a veces el no mojarse claramente conlleva sus riegos. Las presiones y las filtraciones hacen sospechar que habrá movida de aquí en adelante (ayer se decía que puede que ni celebren la cena de Navidad por el ambiente que se respira). Veremos si Ayuso da un paso atrás con la vista puesta en esperar una caída de Casado o si continúa poniendo patas arriba la calle Génova con el que aumentar su poder.
Indigna leer y escuchar a mucha gente de La Palma, que lo ha perdido todo a consecuencia del volcán de Cumbre Vieja, que los bancos continúan obligándoles a pagar sus hipotecas y otros créditos solicitados cuando sus propiedades ya no existen. Esas familias se encuentran atrapadas en un limbo jurídico del que no son culpables. Los fenómenos naturales no los podemos controlar en todos los casos, y aunque es verdad que los humanos hemos cometido muchas barbaridades y hemos construido donde no se debe, en el caso que nos ocupa parece claro que no tiene sentido que esas personas tengan que seguir asumiendo una deuda de algo que ya no pueden disponer. Lamentablemente y con la vista puesta en el futuro no hemos conseguido obtener buenas noticias de la cumbre contra el cambio climático de Glasgow (así que la naturaleza continuará poniéndonos en nuestro sitio por mucho que nos creamos los amos del mundo) ni tampoco parece que vaya a solucionarse a corto plazo la falta de suministros a nivel global.
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