La ciudad eterna ha recuperado, este fin de semana, su esplendor milenario con la celebración de la primera cumbre presencial del G20 tras el inicio de la pandemia. Sin embargo, la reunión de 18 de los 20 líderes de los países que representan el 60 % de la población, el 80 % del PIB y el 75 % del comercio mundiales no ha contado con la presencia de los presidentes de China y Rusia, aunque sí de sus delegados. Ausencias relevantes que no son ajenas a la tensión derivada del enfrentamiento comercial entre EE.UU. y China y al político entre la UE y Rusia. En cualquier caso, no le ha restado trascendencia al encuentro al que España ha asistido como país invitado.
Las tres grandes cuestiones tratadas se resumieron en el leitmotiv escogido por Italia: «people, planet and prosperity» -es decir, la gente, el planeta y la prosperidad--. En relación a la primera se debatió cómo repartir a los países subdesarrollados todas las vacunas que sobran en los estados más privilegiados. En relación al segundo se discutieron las medidas a adoptar para proteger el medio ambiente y, en vista al inicio de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático o COP26 que se desarrollará en Glasgow a lo largo de casi dos semanas, qué es necesario hacer para reducir la producción de los gases de efecto invernadero de los que son responsables en un 80 %. Algo que China y algunos países en desarrollo rechazan. Y, en relación al tercero, se habló de cómo recuperar la economía tras el parón por el coronavirus, pero, sobre todo, cómo hacer que las empresas más importantes del planeta abonen un porcentaje impositivo justo en función de sus ganancias. Mientras las dos primeras cuestiones parecen ir por buen camino, la acción para proteger el medio ambiente continuará siendo objeto de más negociaciones en Escocia dónde confiamos que se llegue a un acuerdo que nos permita frenar la catástrofe a la que nos dirigimos de manera tan inexorable.
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