Hay quien dice que a Pedro Sánchez solamente le queda gestionar una invasión alienígena (y no anda muy equivocado). La erupción de un volcán en la isla canaria de La Palma nos ha demostrado una vez más que es la naturaleza la que manda en este mundo por mucho que las y los humanos la queramos domesticar y hacer nuestra. En esta historia lo más positivo de todo es que la ciencia ha permitido anticiparse y la evacuación ha resultado exitosa porque no hay que lamentar la muerte de ninguna persona. Lo malo, y va para largo cualquier solución, es que muchas personas se han quedado sin nada. A
nte fenómenos menos habituales como puedan ser las riadas e inundaciones (las cuales han dejado muchos desperfectos por el sur peninsular) que un volcán entre en erupción nos parece más espectacular, y eso lo han entendido las televisiones porque han desplazado allí a todos los periodistas que les ha sido posible, incluyendo a los más importantes rostros de cada cadena. En este caso puedo entender que así se haya hecho, porque en otros casos como los directos de un reportero en Pajares/Payares en invierno para decir que está nevando mientras se muere de frío me parecen totalmente absurdos.
A quien más hay que felicitar por su trabajo esta semana es al ente público canario, porque ya no solamente en sus retransmisiones ha sabido conciliar la información desde el máximo rigor y huyendo de cualquier sensacionalismo respetando a todas esas personas que se han visto obligadas a salir con lo puesto de sus propiedades, sino que también han utilizado la tecnología a través de recreaciones para divulgar y mostrar los efectos del magma.
Por ahora la lava no ha llegado al mar, que era uno de los aspectos que más preocupaban al ser muy tóxicos los gases que de ahí saldrían, pero ojo porque no hay certezas de que esto vaya a terminar ya y podría prolongarse varias semanas e incluso meses. Queda enviar toda la solidaridad a las palmeras y a los palmeros y esperar que los seguros se comporten y cubran todos los bienes asegurados, además de nutrir a todas las personas afectadas de ayudas públicas para recobrar sus vidas lo antes que se pueda.
La relación entre Almeida y Villacís parece que se empieza a tambalear. No sé si ha llegado la erupción de la ruptura o si ha sido un buen terremoto a cuenta de la posibilidad de que Madrid opte por cuarta vez a unas olimpiadas sin que haya un consenso dentro del gobierno municipal, pero a lo ya sabido en Castilla y León y la posibilidad de que Albert Rivera empiece a participar activamente en actos del PP me hacen ver que al partido naranja no consigue frenar su camino a la desaparición y que será cuestión de tiempo ver si sus actuales dirigentes se integran o no en el partido de Casado, al que le hemos visto muy sorprendido en su visita a La Palma de que ningún periodista tuviera absolutamente nada que preguntarle. Cosas que pasan.
Los exabruptos, los insultos y la falta de educación de Vox no es en sí una noticia, pero lamentablemente hablamos del tercer partido en España con mayor número de votos y su estrategia pasa por llamar la atención sin importar el cómo, aprovechando cualquier motivo que suceda para copar tiempo y espacio en los medios de comunicación. Laura Berja, que es la portavoz de Igualdad en el Congreso por el Grupo Parlamentario Socialista, tuvo que escuchar como José María Sánchez le llamaba «bruja» mientras intervenía en el estrado del Congreso para defender una reforma del Código Penal para penalizar el acoso en las mujeres que acuden a clínicas para la interrupción voluntaria del embarazo.
Pese a las tres oportunidades que le dio Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (que en esos momentos presidía el Hemiciclo) al diputado de Vox para que se retractara, esta persona no solamente no lo hizo sino que además se negó a abandonar el pleno, protegido por los máximos dirigentes de su partido, desobedeciendo ni más ni menos que a la tercera autoridad del Estado. Por si fuera poco, una periodista (Cristina Pérez) le preguntó a la señora Macarena Olona qué opinaba, a lo que en un principio no le hizo ni el mínimo caso hasta que entró en erupción, se dio la vuelta y le invitó a preocuparse por lo que a ella le parece noticiable, faltando al respeto a una redactora que solamente hace su trabajo y que en su rol está en su derecho de hacer las preguntas que considere oportunas. Lamentable es poco.
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