El fútbol y el capitalismo empático

Pedro Armas PROFESOR DE LA UDC

OPINIÓN

AFP7 vía Europa Press

02 sep 2021 . Actualizado a las 08:20 h.

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y del Grupo ACS, ha planteado varias ofertas por correo electrónico a Nasser Al-Khelaïfi, presidente del Paris Saint-Germain, hasta alcanzar los 200 millones de euros, por su delantero Kylian Mbappé, parisino de ascendencia argelino-camerunesa. El crac dice ser madridista de corazón y aspirar a liderar un proyecto deportivo en la capital de España, cobrando la mitad de lo que le ofrecen sus jefes. Rechaza la renovación y se ve obligado a esperar unos meses para obtener su carta de libertad, pero ya veremos cómo la ejerce. Es la globalización.

Mientras, quienes tienen los petrodólares por castigo, ni prestan atención a las ofertas, ninguneando al Real Madrid, no respondiendo siquiera a sus e-mails. Un club de fútbol aparentemente de los socios no puede competir con un club-estado. Florentino, que se creía todopoderoso, ha descubierto que el omnipotente es Hamad Al-Thani, el emir, quien, a través de Qatar Investment Authority, no solo se ha comprado el PSG sino medio París. Es estrategia, no malentendido.

El fútbol ha sustituido a la religión como opio del pueblo, lo que para algunos es un signo de la apoteosis del capitalismo y para otros de su apocalipsis, aunque en el sistema siempre habrá un pez más grande dispuesto a comerse incluso al que no es tan chico. Si no hay regulación, en el maremágnum del fútbol el capitalismo puede acabar en canibalismo. Los adjetivos que se añaden a capitalismo son eufemísticos. Los gurús de la economía científica hablan ahora de capitalismo distributivo. Habrá que reforzar el concepto, denominándolo capitalismo capitalista, para evitar grietas ideológicas. Además, al capitalismo distributivo se le hace casi sinónimo de socialismo colaborativo. Habrá que hablar de socialismo socialista, para tapar grietas ideológicas.

Dicen que la tercera revolución industrial tiene como base la economía y la empatía, apoyadas en la confianza en los colectivos y las redes sociales. Por eso, es lo mismo capitalismo distributivo que capitalismo empático. Sus seguidores, que se llaman a sí mismos progresistas, consideran arcaicas las ideologías del pasado, porque parten de la naturaleza malvada del hombre, cuando el hombre actual es esencialmente bueno. Mbappé es muy bueno, pero no ha habido capitalismo empático en la negociación, tal vez porque, como diría Vujadin Boskov, «el fútbol es así».