La vida es como el salto con pértiga. Los problemas nos los buscamos muchas veces solos. Si pones el listón muy por encima de tus posibilidades, nunca lo saltarás, apenas lo disfrutarás y solo cosecharás frustración, toneladas de frustración como para transportarla en aquel inmenso carguero que se quedó atrapado en el canal de Suez.
Siempre es mejor volar bajo. Es un clásico que nos pasemos con las esperanzas que ponemos en las vacaciones. Queremos hacerlo todo y más, cuando lo único que importa es la salud. El resto no cuenta. Las vacaciones son el mismo tiempo libre que tienes cuando termina tu horario laboral, y que nunca encuentras la manera de disfrutarlo, pero todo junto. Un Himalaya de horas libres en las que te impones una agenda que es mucho más ambiciosa que la de Casado.
Las vacaciones son como los objetivos de septiembre, con la vuelta al trabajo o al colegio, pero en versión sobredosis. Otra manera de engañarnos y de no ayudarnos nada a ser felices. En vacaciones olvidamos mucho que somos lo que dice nuestro electro. Y ponemos el cuerpo al límite. Con los años vamos aprendiendo, pero las burradas siguen imponiendo sus castigos. Siempre tenemos que ir un gin-tonic más allá que el cuñado, y luego no hay quien nos levante de la silla.
El covid no ha traído nada bueno. Pero la moderación en los movimientos y en las ambiciones exageradas de otros veranos sí que nos ha venido bien. Muchos hemos descubierto que lo mejor está a la vuelta de la esquina. Que no hay que pasar infiernos turísticos para no ser feliz o serlo apenas diez minutos. Diez minutos no compensan. Pagar las copas cuatro euros más caras no hacen que sepan mejor.
Encima el verano es un horror estético. Envidiamos a los compañeros que se van ahora de descanso. No estarán las playas abarrotadas, no estarán las terrazas invadidas por personajes sin el mínimo pudor físico. Esas chanclas, esos hombres embarazados de sí mismos, resultado de toda falta de prudencia en el cuidado. A los que nos fuimos en julio o agosto nos cobraron la gasolina como si fuéramos dueños de empresas del Ibex 35. Además, los atardeceres de septiembre y de octubre son una gozada a cámara lenta.
Tenemos que reiniciarnos y pensar que el tiempo libre existe todos los días, no solo en vacaciones. Las vacaciones no consisten en batir un récord de disparates. Baja el listón de la pértiga de tu vida -Armand Duplantis, el sueco que salta como nadie, solo hay uno- y disfruta de lo que tienes a mano. A veces, el modo ahorro de energía del móvil es muy útil para uno mismo.
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