La música, el cine y la cultura en general se ha visto muy afectada por la piratería. Los nuevos modelos cambiaron la manera con los que la gente escucha música, ve una película y lee un libro. Con el fin de sobrevivir tocó dar una vuelta a los hábitos en busca de un valor añadido. Por ejemplo, las y los músicos lo encontraron en perfeccionar sus conciertos en vivo. Mejores coreografías, más luces, más pantallas y, en definitiva, más esfuerzo en sus espectáculos y sus promociones. En el mundo en el que vivimos cualquier cosa puede ser susceptible de comentarios múltiples y de debates varios. El caso que ha ocurrido con Zahara en Toledo me genera mucha tristeza. El promotor, por las quejas de Vox (y no del Ayuntamiento de Toledo, como se publicó en muchos medios de comunicación), decidió cambiar el cartel del evento (en el que aparece la artista vestida como la Virgen María, con un niño en brazos y luciendo una banda azul sobre la que se puede leer el título de su disco, Puta). Por ahora la censura solamente afecta al cartel, así que si no continúa la presión ni la supuesta polémica Zahara podrá actuar en la Plaza de Toros el próximo 3 de septiembre. Una pena que el paso del tiempo cierre, coarte y restrinja la libertad de expresión.
Después de las lágrimas, volvieron las sonrisas. Messi se despidió del Barcelona y su nuevo destino ha sido París. Desconozco si cambiarán muchos hábitos, aunque sí que hay cuestiones que ejemplifican nuevos modelos. Por ejemplo, parte de su sueldo lo recibirá en criptodivisas y su primera entrevista se la ha concedido a Ibai Llanos, lo que no ha sentado muy bien entre algunos periodistas deportivos que se creían dueños y señores de hacer entrevistas en exclusiva. Quizás que un fondo de inversión vaya a poner encima de la mesa unos 2.100 millones de euros a La Liga (el Real Madrid y el Barça) termina por confirmar que los aficionados cada vez pintan menos y el fútbol sigue por una senda de negocio distinta a la que hemos entendido hasta hace poco.
Ayer entró en vigor la conocida ley rider y parece que las plataformas han encontrado la manera de esquivar la obligatoriedad de asalariar a las y los trabajadores. Glovo anunció que contratará a una parte, Uber Eats recurrirá a la subcontratación con empresas de reparto y Deliveroo dejará España en los próximos meses. Solamente Just Eat trabaja en un primer convenio. El nuevo modelo creo que en breve tiempo se expandirá a otros ámbitos, y quizás tareas habituales fuera de casa como es hacer la compra puede que se cambie por el ordenador y el móvil. Es evidente que con la pandemia ha aumentado el consumo y la demanda de aplicaciones de comida u otros servicios (no se ven más que furgonetas de Amazon por todas partes), y hay en algunas ciudades de nuestro país donde las llamadas cocinas fantasma están provocando molestias a las y los vecinos que viven encima de bajos comerciales donde simultáneamente se está haciendo todo tipo de comida. Todo cambio de modelo será bienvenido siempre y cuando no conlleve menos derechos para las y los trabajadores.
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