El Pozo Sotón o cómo arruinar un Bien de Interés Cultural

Faustino S. Antuña

OPINIÓN

Pozo Sotón, en una imagen de archivo
Pozo Sotón, en una imagen de archivo

16 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Soy plenamente consciente de que haber realizado una tesis doctoral donde analizo el Pozo Sotón y haber escrito luego la única monografía que existe sobre las instalaciones, ser autor de la Memoria Histórica para su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), así como haber realizado la entrada correspondiente para la exposición de 100 elementos de Patrimonio Industrial en España o del texto para la Tentative list de la UNESCO -¿se acuerdan de cuando el patrimonio minero iba a ser propuesto para Patrimonio de la Humanidad?-  no son méritos científicos suficientes como para opinar con respecto a un proyecto como el que se desarrolla en las instalaciones del Pozo Sotón, que excede mi capacidad de entendimiento y estrechez de miras más que sobradamente.

Puede, por tanto, que no tenga la capacidad científica, pero dado que ya llamaba la atención sobre el extraordinario valor de las instalaciones hace más de dos décadas y que llevo toda mi vida observándolas con detenimiento e interés, sí creo tener la capacidad moral para hacer alguna consideración. No voy, en cualquier caso, a entrar en disquisiciones museológicas y museográficas -que, por otro lado, considero están en la base de la cuestión- sino que sencillamente quiero hablar de lo que es fácilmente visible, observable e incontestable: el estado de las instalaciones. Y puedo resumirlo afirmando que el Pozo Sotón presenta el peor estado de conservación desde que tengo uso de razón y, en función de lo que he estudiado, también de su historia centenaria.

Las instalaciones que, recuerdo, son BIC- el máximo reconocimiento y nivel de protección que la norma estatal y regional en materia de Patrimonio Cultural recogen- presentan suciedad, óxido y dejadez se mire por donde se mire, afectando especialmente a la unidad central (castilletes, casa de máquinas y réter), que de hecho constituye el núcleo del BIC. Y eso desde la lejanía. De cerca, incluso un limitadísimo lego como yo es capaz de ver que esto alcanza a la maquinaria que lo sustenta funcionalmente y, también, a locomotoras allí expuestas, como la Adaro que, enjaulada como un animal salvaje, sencillamente, se cae a trozos delante de todo el mundo sin que a nadie parezca importar.

Además de todo esto, que ya sería grave de por sí, este núcleo central está separado de la antigua casa de aseo por unas vallas metálicas y telas de ínfima calidad estética que afean todo el conjunto convirtiéndolo en una suerte de tinglado precario conocido en la cuenca como pulgueru y donde solo falta ya un somier y unos cd colgando. Quizás estas vallas y mallas responden a la casi enfermiza obsesión por el cobro de la entrada -por favor no hablen de seguridad, que sobre ello habría mucho que discutir- y por segmentar las visitas en función de itinerarios, queriendo evitar en unos circuitos contemplaciones solo reservadas para otros. Pero lo cierto es que rompen la unidad de la instalación, la relación entre las partes del pozo y, sencillamente, la visión de la pieza central del BIC, que no debería estar limitada por el pago de un óvolo. 

En 2017 Hunosa presenta ante la Consejería de Cultura un proyecto básico y parcial de ejecución de rehabilitación del Pozo Sotón que es aprobado por el Consejo de Patrimonio Cultural con una larga serie de prescripciones. Debido a la dureza del proyecto estas prescripciones deben incorporarse al proyecto definitivo que deberá volver a ser aprobado por el Consejo, previo visto bueno de la Comisión de Patrimonio Industrial. Nunca llegó. Tal vez lo que se esté buscando ahora sea la dejadez, la ruina, la degradación completa del bien para que la única actuación posible sea esta letal intervención en las instalaciones. No sería la primera vez, recientemente hemos visto el resultado de este proceder en los interesantísimos chalés de la calle La Unión en Sama, que se dejaron arruinar sin posibilidad de redención, pero ahora en un BIC. 

Así como en la enseñanza sabemos que la Educación es algo tan importante que no puede dejarse solo en manos de los docentes, de la administración, del alumnado o de las familias y que todos debemos colaborar dentro de lo que se llama la comunidad educativa que, en definitiva es la que mueve todo el proceso de enseñanza-aprendizaje, en Patrimonio Cultural debería ocurrir lo mismo.

No se puede dejar el Patrimonio Industrial Minero en manos de una empresa, por muy sencillo que ello resulte a las administraciones implicadas, que solo se ocupan de acudir a los saraos como meros invitados. No se puede por muchas razones, entre las que debemos destacar el bien común, las leyes y la lógica, pero también por pragmatismo. Sé que una casa ye una casa y una nave parece que nun ye na, y por tanto un pozu muncho menos ye, pero mientras ponemos caras de risa, la ineficacia sigue ruxiendo y nuestro patrimonio sigue cayendo.