Solo 24 horas después de que Javier Tebas anunciara la creación del programa LaLiga Impulso -repartirá casi 2.500 millones entre los clubes de Primera y Segunda, a devolver en medio siglo-, el adiós de Lionel Messi supone un torpedo a la línea de flotación del Barça y de la propia Liga, en un momento clave en la negociación del próximo contrato de televisión.
El hombre que discute a Maradona el honor de ser el mejor futbolista de la historia deja huérfano no solo a su club sino al fútbol español. Primero fue Cristiano Ronaldo y ahora es Messi. Los dos iconos que durante una década encumbraron la Liga con su rivalidad dejan un vacío difícil de cubrir.
Pero el adiós del campeón de la Copa América es algo más que el fin de un ciclo. Es la consecuencia del despilfarro y el mal gobierno de un Fútbol Club Barcelona que demuestra que el fútbol español, a pesar de los controles económicos impuestos por la Liga y la UEFA, sigue en un estado de desfase más propio de los años ochenta o noventa que de pleno siglo XXI.
Los líos en los que Bartomeu (ya fuera del Barça), Florentino Pérez, Enrique Cerezo o Peter Lim han metido a sus respectivos clubes recuerdan a los años en los que los Lopera, Jesús Gil, Irigoyen o Lendoiro hacían y deshacían en sus clubes sin importarles las normas contables ni la legislación entonces vigente.
Messi se va y deja para el recuerdo los mejores años balompédicos del Barcelona. Por encima, incluso, de los vividos con el Dream Team de Johan Cruyff. Agarra la puerta tras firmar números de récord. Treinta y cinco títulos oficiales con la elástica azulgrana, entre ellos 4 Champions, 10 Ligas y 7 Copas; 6 Balones de Oro; cerca de ochocientos partidos; y más de seiscientos setenta goles (es el máximo anotador en la historia azulgrana y de la Liga). Ahí queda su legado.
Pero su sorprendente adiós, cuando daban la renovación por hecha, hace crecer la leyenda de estrella caprichosa y egoísta. Según algunos medios catalanes, el punto de desencuentro fue que el Barça no haya conseguido fichar al Cuti Romero. Un capítulo oscuro más en la historia de un futbolista que llegó a mandar en el club más que sus presidentes.
La despedida de Messi debe impulsar la regeneración en la plantilla del Barcelona. El adiós a los futbolistas que escribieron las mejores páginas de su historia. El hola a los que están por escribir nuevas hojas. El fútbol español está sediento de nuevos referentes. Nuevas estrellas a las que adorar. En el caso del Barça, los Ansu Fati, Pedri, Mingueza o Nico González llaman con fuerza a la puerta. Ya solo se valorarán sus condiciones futbolísticas y no la simpatía que generen a la Pulga.
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