
Ayer conocimos que los Juegos Olímpicos de Tokio se celebrarán sin público debido a que Japón se encuentra en estado de emergencia. Seguimos en una situación muy complicada a nivel mundial pese a que las vacunas han ayudado a que estemos en un escenario mejor. El domingo terminará la Eurocopa con la final entre Inglaterra e Italia y no han sido pocas las críticas a la UEFA por el incremento de los contagios allí donde se han disputado partidos (y también por negarse al uso de la bandera arcoíris por «política», cuando hablamos de derechos humanos).
En España sigue subiendo la incidencia entre los más jóvenes, y a la espera de que nos toque a muchos de nosotros vacunarnos (ya hay 20.000.000 de españoles con la pauta completa), por ahora el Ministerio de Sanidad no ve necesario una marcha atrás ni en el uso obligatorio de las mascarillas en exteriores ni en el retorno del mal llamado toque de queda. No obstante, en algunos lugares como en la Comunidad Valenciana han tomado la decisión de cerrar el ocio nocturno y han solicitado vía judicial que se restrinja la movilidad por las noches en determinados municipios.
Cierto es que no se observa un incremento de hospitalizaciones ni de colapsos en las UCIS, pero sí que la atención primaria se ha visto afectada más aún si cabe. Queda pedir a todo el mundo que arrime el hombro para borrar del mapa esta pandemia, porque por ahora el coronavirus sigue entre nosotros. Por favor, cautela y prudencia para impedir la propagación de los contagios y que se nos chafe el verano.
Además del COVID-19, el odio es otra pandemia que debe ser eliminada. Todavía se está investigando y analizando la secuencia de hechos de la brutal paliza que recibió Samuel, de 24 años, cuyos agresores al grito de «o paras de grabar o te mato, maricón» terminaron con su vida en A Coruña. La Policía ha tomado declaración a 15 personas y mira con lupa cámaras y audios para reconstruir la trágica escena (con el fin de dilucidar si estamos ante un homicidio o un asesinato). Tampoco ha dejado de cesar los casos del terrorismo machista, cuya lacra sigue sin abrir telediarios ni portadas de periódicos pese a que nuestra sociedad no la ha borrado del mapa (más bien la ha normalizado como algo que ocurre sin que provoque gran indignación).
No hay nada nuevo en decir que la ultraderecha sigue en sus trece, pero sí que hay que lamentar una nueva actitud a censurar. El tercer partido con representación en el Congreso (Vox) señaló al más puro estilo matón (como en épocas negras pasadas) en su cuenta oficial en Twitter al editor de la revista El Jueves por unas viñetas sobre Ortega Lara. Coincido en que esta actitud «limita la libertad de expresión, que incluye la crítica y la sátira, y el derecho de información de los ciudadanos, pilares fundamentales de nuestro sistema democrático», tal y como denunció en un comunicado la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE). Solo cabe una respuesta unánime de los demócratas para borrar del mapa este tipo de manifestaciones inaceptables en un país como el nuestro.
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