En estos tiempos en los que se pone en valor el 25 de Mayo, también desde el ámbito institucional, como alzamiento contra la dominación napoleónica y proclamación del concepto de soberanía nacional, convendría no olvidar que en aquella lucha apareció un nuevo instrumento de combate, el llamado «guerrilla». Cuando el enemigo era muy superior en términos militares no se le podía combatir en campo abierto y era necesario otra forma de pelea capaz de minimizar los riesgos. Partidas guerrilleras acecharon durante años al invasor y coadyuvaron a la derrota de Bonaparte en España.
Dicha experiencia se trasladó a otros lares y fue en el siglo XX cuando cobró gran importancia en Europa, América Latina, África o en Indochina. Pero curiosamente en la historiográfica oficial, en los medios de comunicación y en el ámbito institucional español se olvida la experiencia guerrillera que se dio en nuestras tierras, en particular en Asturies, de 1939 a 1954, combatiendo contra una dictadura fascista, que había llegado al poder en gran medida por el apoyo de las «potencias del eje». Miles de personas pelearon en montes y aldeas contra un régimen criminal con la esperanza de que aquello sirviera para que las potencias que habían ganado la Segunda Guerra Mundial le aplicaran a Franco la misma medicina que a Hitler y Mussolini. Al final no fue así, la Europa capitalista y USA dieron, de nuevo, la espalda a los y las demócratas españoles, y el resto de la historia ya es más conocida.
Mientras en Italia o Grecia se honra la lucha partisana, o en Francia, la lucha «del monte», en España la guerrilla, y sobre todo quienes sobrevivieron en la misma, es la gran olvidada. Mientras en esos países se les equipara al ejército regular de sus respectivos países, aquí se les sigue considerando legalmente como bandoleros. El domingo día 15 de Junio de 2014 se celebró un homenaje en el pueblo de Vira, Ariege, al veterano comandante de los guerrilleros españoles José Antonio Alonso, mejor conocido como el comandante «Robert». El presidente del senado francés Monsieur Jean Pierre Bell le hizo entrega de la Orden del Mérito Nacional por su heroico papel en la liberación de la ciudad de Foix, capital del departamento del Ariege. El comandante Robert ha fallecido en 2015 sin que Asturias, su tierra natal, se le reconozca debidamente.
Ya en el año 2010 la Federación Asturiana Memoria y República (FAMYR) realizó una campaña para obtener el reconocimiento de dos guerrilleros antifascistas asturianos, Cristino García Granda y José Antonio Alonso «Comandante Robert», que aún vivía. En dicha campaña se solicitaba al Parlamento Asturiano la concesión de título de «Hijos predilectos de Asturias» que se otorga anualmente a personas nacidas en esta comunidad, que se hayan destacado por sus méritos relevantes. Desafortunadamente, a pesar de haber sido respaldada por las firmas de más de 2.000 ciudadanos/as y por 72 organizaciones, la petición fue desestimada. En su lugar el gobierno asturiano decidió otorgársela al entonces jefe de la Casa real, Alberto Aza Arias. En años anteriores habían sido galardonados el ex-secretario de la Casa Real Sabino Fernández Campo (1991) o el Príncipe de Asturias (1986).
En 2013 desde la Federación Asturiana Memoria y República (FAMYR), la Asociación para la creación del archivo de la guerra civil, las brigadas internacionales, los niños de la guerra, la resistencia, la guerrilla y el exilio español (AGE) y Asociación de Descendientes del Exilio Español retomaron una nueva campaña extendiéndola a todos aquellos guerrilleros y resistentes antifascistas asturianos/as que aún quedaban vivos. Vivos pero que, aún hoy, siguen enterrados en el olvido e ignorados por la memoria colectiva del pueblo asturiano, robándonos el ejemplo de su vida como luchadores por la libertad. Desafortunadamente también en esta ocasión el Gobierno asturiano presidido por Javier Fernández desestimó dicha petición. En ese momento todavía vivía Felipe Matarranz, conocido por «Comandante Lobo».
En el 2019 se volvió a intentar tras el cambio en el Gobierno asturiano y la entrada a la Presidencia de Adrián Barbón (PSOE). Desafortunadamente tampoco ha sido posible ya que en una aplicación restrictiva de la Ley 4/1986, de 15 de mayo, reguladora de los honores y distinciones del Principado de Asturias, el Gobierno asturiano entiende que solo se pueden conceder dichos honores si estuvieran vivos. Se les planteó, por un lado, que era un tanto cínico este argumento, pues pidiéndolo en vida no se les reconoce y cuando mueren se dice que ya no se puede, al final lo que se les sigue es manteniendo en lado malo de la historia, cuando debería ser totalmente al revés. Y por otro lado, se les planteó cámbiese la ley, tiene mayoría holgada en la Junta para hacerlo, solo tienen que hacer normal en la Junta lo que es normal en los ayuntamientos asturianos, donde se hacen reconocimientos a título póstumo a personas que merecen tal honor. Por ejemplo, recientemente en Oviedo, por unanimidad se ha reconocido merecidamente al médico Jaime Álvarez-Buylla como Hijo Predilecto y a la propietaria de la Liberia Cervantes, Concha Quirós, como Hija Adoptiva, ya fallecidos.
Ni siquiera se ha facilitado otra alternativa para Cristino García y el Comandante Robert, héroes en Francia, o para Felipe Matarranz, que recientemente fue homenajeado en el Ayuntamiento de Ribadedeva. No hay un solo colegio, centro público, plaza o espacio similar en Asturies que reconozca a estos compatriotas que dieron lo mejor de su vida por la lucha democrática. Hay partidos que en su día organizaron y promovieron la lucha guerrillera que parecen arrepentirse de su pasado, cuando frente a una dictadura terrorista, como la Franquista, miles de hombres y mujeres no hicieron otra cosa que ejercer el derecho a la rebelión, que consagra la Declaración de Derechos Humanos de 1948, y derecho al tiranicidio, que teorizaron la escuela jurídica de Salamanca, desde tiempo inmemorial, a través de los eclesiásticos Mariana y Suárez.
España, y Asturias en particular, tenemos una deuda con la Guerrilla Antifranquista, y creemos que ejemplificar ese reconocimiento oficial en 3 personas de la importancia histórica de los que ahora se vuelve a reclamar no es pedir tanto. Y si para ello hace falta cambiar una ley, hágase, que en este país se cambió la Constitución en un fin de semana para cumplir las exigencias de la señora Merkel y compañía.
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