«Hombres asesinos machistas»

Olga Muñiz Rimada

OPINIÓN

Un hombre camina entre la niebal en Nueva Delhi
Un hombre camina entre la niebal en Nueva Delhi ANUSHREE FADNAVIS | reuters

04 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Y mientras estamos aquí en España, cenando, desayunando o comiendo; debatiendo con  amigas y amigos; decidiendo si ponernos o no la vacuna; pensando en nuestro futuro laboral o amoroso, una mujer embarazada y su hijo de siete años han sido asesinados, presuntamente (estoy más que harta de escuchar o tener que decir presuntamente, de tanto protocolo, de tanto cuidado con no lastimar con las palabras a estos «hombres asesinos machistas» -no vaya a ser que los otros hombres se lo tomen a pecho y piensen que hablo de ellos-) en Sa Pobla, Illes Balears. No sé cuántos años tenía la mujer asesinada, lo que sí sé es que tenía una orden de protección finalizada. ¿Cómo? ¿Qué quiere decir finalizada?: ¿que el riesgo ha pasado?, ¿que el hombre se ha muerto? Porque esta sería la única manera de que esa protección finalizara. Parece ser que el Estado se ha vuelto a equivocar.

Una y otra y otra vez las mujeres arriesgamos nuestra vida, aunque no debería de ser así, ¡no estamos en guerra! ¿O sí? La arriesgamos todos los días cuando llevamos a nuestras hijas e hijos al colegio, cuando vamos a la compra, al trabajo o salimos de copas con otro hombre o mujer. El «hombre asesino machista» sabe adónde vamos, sabe dónde vivimos, sabe quiénes son nuestros parientes, sabe dónde puede hacernos daño. Esto es clarísimo, es de cajón. ¿Por qué entonces no se toman medidas contra ellos? ¿Por qué no se les pone las «pulseritas» a ellos? Unas pulseritas que piten o den calambrazos cuando sube la tensión, quizás se lo pensarían un poco. Pienso que cuando vas a matar a alguien, a tu mujer, por ejemplo, la tensión te sube, supongo. Solo tuve intención de matar a alguien una sola vez en mi vida y fue a mi exmarido. Pensaba que era la única forma de deshacerme de él. No lo hice, claro está, pero mi tensión subió.

¿Por qué cuando un hombre que se sabe que es un maltratador no le mandan a cursos tutelados de reinserción? Con psicólogos, psiquiatras, educadoras o educadores que valoren que pasa por esa cabeza cuando pega a una mujer, a la suya, a su amor, su amante, su amiga. ¿Por qué piensan de esa forma? ¿No se lo han preguntado ustedes compañeros de sexo de ese hombre? Yo me lo preguntaría. Las feministas tenemos claro el porqué: es la educación patriarcal que han recibido, que hemos recibido. No están enfermos, son hijos sanos del patriarcado. Llevamos siglos diciendo que la educación es la base para una buena ciudadanía, que una buena educación sexual es también la base para unas relaciones igualitarias. ¿Por qué se empeñan tanto los partidos de derechas en no incluirla en el currículo educativo? ¿Qué intereses soterrados tienen? ¿Quieren volver a llevarnos a la época dictatorial en la que lo que pasaba en casa se quedaba en casa o si el hombre maltrataba a la mujer sería por algo? ¿Qué es ese algo que tanto inquieta a todos los hombres machistas? La libertad de la mujer, eso es.

Cuando una mujer emigra, sale de su país corriendo, dejando todo atrás, no lo hace por ganas de divertirse, lo hace para salvar su vida de un estado machista y patriarcal que consiente el maltrato y el asesinato a las mujeres, que lo prima e institucionaliza. Huye de una persecución patriarcal. ¿Y qué pasa cuando llega, por ejemplo, a España? Pues que se encuentra con un estado todavía patriarcal, no de la misma manera, pero para ella sí puesto que la han asesinado aun habiendo pedido una orden de protección. Aunque parezca que cambió de tema no es así, es lo mismo y nos lleva a los mismos asesinatos de mujeres y, quizás, a las mismas causas.

En el mundo, en este planeta en el que vivimos, somos, pues nos han contabilizado de manera global a todas por igual, 7.674 millones de personas en el 2020 (datos sacados de Google). En esta suma estamos todas, da igual donde hayas nacido o que color tenga tu piel (si es que esto importa todavía). Las mujeres somos el 52% de esta población. El concepto de «raza» es un constructo cultural, no existe. Sin embargo, seguimos utilizando como sociedad global estos constructos arcaicos para definir a un ser humano, a una persona. 

Contarnos nos cuentan a todas y todos por igual pero la realidad nos dice que no somos iguales aunque sí lo seamos. La realidad es que existen las fronteras no en la tierra, sino en un mapa y en la mente. Un mapa que estudiamos cuando somos menores y que nos aprendemos ya catalogando desde pequeñinos que no somos iguales y de aquí que esas fronteras empiezan a habitar en nuestra mente. Fronteras que dividen a los seres humanos no solo geográficamente si no entre mujeres y hombres.  ¿Por qué tanto miedo a la diferencia si somos iguales? El mundo entero es diferente y camina desde hace siglos sin que los seres humanos importen mucho.

Una mujer que viene de Marruecos, por poner un ejemplo, huyendo de la sociedad patriarcal y machista de su país y llega a España ansiando la libertad que se supone tenemos las mujeres en Occidente, se encuentra con que ya la catalogan desde el minuto uno, «mujer musulmana». ¡Vaya, ella que pensaba que al salir de su país se acabarían los estereotipos y los condicionamientos religiosos y machistas!, ¡pero al llegar aquí se encuentra con que la vuelven a catalogar! ¡Ella que pensaba que era una mujer laica y que las mujeres occidentales la iban a acoger como tal! Pero ella ha sido asesinada junto con su hijo de siete años a manos de su pareja, un «hombre machista asesino». Estos «hombres machistas asesinos» sí que son iguales, se mueven con los mismos condicionamientos, estereotipos o juicios hacia las mujeres.

No la hemos escuchado, no la hemos protegido. Saltó fronteras, continentes para morir de la misma manera de la que quería huir. ¡Asesinada por ser mujer! No quiero acabar este artículo sin decir que en el tiempo que me llevó corregirlo estos «hombres asesinos machistas» -esperamos una especie en extinción- han asesinado a dos mujeres más. ¡No!, hoy 20 de mayo en Pola de Laviana (Asturias) otro «hombre asesino machista» ha asesinado (no me importa la redundancia) a una mujer. Y otra vez,  el 30 de mayo otro feminicidio. No son matemáticas, son vidas humanas, son vidas de mujeres y de menores. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta qué?

Olga Muñiz Rimada - Coportavoz de Muyeres Verdes d'Asturies